LA BUGANVILIA DE ELENA-Capítulo 3

Esa noche en el hospital Elena no durmió esperando noticias de Roberto. Venían a su mente pensamientos positivos y negativos que la mantenían alerta y no la dejaban relajarse.

Al amanecer , el médico de turno  se acerca a ella y a su incondicional madre y les dice:

-Sra. Albizuri, lamento darle esta noticia su esposo está muy grave y sería bueno que  ingresara y lo acompañe -le dijo.

Elena ingresó rápidamente a cuidados intensivos, miró a Roberto, era inexplicable lo que estaba sucediendo: Se acercó a él y lo abrazó con un inmenso deseo de que él despertara y la viera.

Fue todo tan intenso: el oír el monitor sonando, el timbre incesante de emergencia que marcaba los compases de la partida, el verlo ahí ya no estando.

Elena lo abrazó aferrándose a él: – Roberto, me casé contigo hasta que la muerte nos separe, pero mi corazón nunca se separará de ti, llevaré tu luto hasta mi fin, voy a hacer de nuestro hijo  un hombre de bien y en nuestras mentes y nuestras vidas estarás muy presente- le decía con lágrimas que caían hacia sus labios, sintiendo el sabor amargo de la tristeza.

-¿Por qué la vida es así?, unos la pierden  y otros la inician.

No me imagino estar sin él, saber que ya no lo veré más, solo me quedará el recuerdo de sentir su cuerpo caliente junto al mío. Esperaré el amargo momento de verlo en un oscuro ataúd enterrado en ese verde campo cargado de tristeza y nostalgia-pensaba con sus ojos humedecidos.

A pesar de la insistencia de sus padres, Elena quiso regresar a su departamento, era su lugar, el sitio en donde ambos habían hecho muchos planes, en donde Robertito nacería.

Le faltaba una semana para dar a luz según el calendario, pero Robertito quiso nacer antes.

Cuando estaba en trabajo de parto pensaba:-Solo quiero que nazcas sano, no importa si te pareces a mí ,a tu papá o a alguno de tus abuelos, el verte, oírte y sentirte vivo para mi será suficiente- pensaba.

Robertito nació con buen peso, saludable y con mucha energía. Elena lo cogía entre sus brazos, lo miraba con ternura y  sus lágrimas de emoción se teñían de luto.

Era un sentimiento ambivalente :por un lado sentía la emoción plena de haberle dado vida  a un nuevo ser y por otro el dolor de saber que la vida de su otro amor había terminado.

El dedicarse a su hij se volvió en Elena una tierna distracción , lo que hizo que se olvidara por el momento del baile. Cuando acostaba a Robertito, se echaba agotada en esa cama grande que ambos habían comprado para vivir juntos hasta el fin de sus días y se ponía a llorar con desolación. A pesar del amor a su hijo, Elena estaba cada vez más delgada y su rostro empalidecido y con ojeras.

Su madre que  la visitaba frecuentemente, se comenzó a dar cuenta de que no estaba bien, se le había cortado la leche y ya no le podía dar de lactar a su hijo, estaba irritable con ella y con Robertito.

En las noches sin que nadie supiera lloraba y luego caía rendida en un sueño profundo por agotamiento. Ya no podía levantarse, Robertito se levantaba para tomar su leche y el sueño de Elena era tan profundo que no lo sentía. El bebé se cansaba de tanto llorar y se volvía a dormir.

Esa mañana a las 11 am doña Isabel toca el timbre y nadie le contestaba, le parecía extraño porque Elena estaba siempre despierta desde temprano: -Elena, Elena, abre la puerta por favor!!-le decía .

Felizmente Doña Isabel  tenía un juego de llaves duplicado que Elena le había dado para emergencias, de esa manera ingresó al departamento.

Robertito sintió a su abuela entrar y se puso a llorar desconsoladamente, estaba desaliñado, con pijama , mojado, aparentemente su pañal no había sido cambiado desde el día anterior y Elena seguía durmiendo sin darse cuenta de lo que pasaba. Su madre la vio con mucha preocupación , tratando de despertarla: -Elena, Elena, ¿estás bien?-

Elena abrió los ojos como si recién amaneciera, no se había dado cuenta del tiempo ni de lo sucedido.

-¿Madre, recién has venido?- le dijo.

Doña Elena tenía cargado a Robertito:-Elena voy a cambiar al bebé y darle su leche, de ahí vamos a conversar- le dijo.

Elena miraba a su madre y a su hijo preocupada, nunca había sido irresponsable, pareciera que hubiera estado otra persona con su hijo, pero ella no.

-Mamá no sé qué me ha pasado, me desconozco, esa no soy yo, ¿Qué está pasándome?- le dijo.

-Elena, todo lo que has vivido hasta ahora es muy fuerte para ti, te llevaré a un especialista para que te evalúe y definitivamente tendrás que venir a vivir con Robertito a nuestra casa hasta que te recuperes y puedas hacerte cargo de él- le dijo su madre.

Elena asintió con agradecimiento, quizás sea mi agotamiento y la nostalgia lo que hace que me sienta tan mal – pensó.

Los dos siguientes meses Doña Isabel se dedicó de lleno a Elena y a Robertito.

Elena estaba inapetente y su madre le preparaba unas sopas nutritivas para que tenga más ánimo , por otro lado Robertito era muy inquieto y travieso, lo que la llevó a doña Isabel a contratar a una ayudante.

En una de las citas de Elena con el psiquiatra, este le aconsejó que retomara su baile como terapia: -Elena el baile genera endorfinas, eso ayuda mucho con la depresión – le dijo.

Había pasado todo tan rápido que no se había sentado a pensar en ella: su universidad inconclusa, el festival de marinera cada vez más lejano y Robertito ya había cumplido 5 meses sin haberlo disfrutado.

-Creo que ya tengo que coger las riendas de mi vida, no solo por mí sino también por mi hijo, que ejemplo le daré si sigo así- pensó.

Decidió  hablar  con su madre y pedirle apoyo:

-Elena, como te voy a decir que no, eres mi hija, el verte haciendo planes de nuevo me llena de alegría , cuenta siempre conmigo- le dijo con sus ojos humedecidos por la emoción.

Para Elena las palabras de apoyo incondicional de su madre , le daban un ejemplo de entrega y amor, cosa que también repetiría con su hijo.

El regresar a la universidad le traía buenos recuerdos, convalidando los cursos que ya había concluido le faltaban 2 años para acabar su carrera.-En realidad no es mucho lo que me falta, me esforzaré para terminarla lo más pronto posible-pensaba.

Regresar a concursar seria todo un reto, se contactó con la academia de Eduardo alcalde, quien le consiguió un nuevo compañero de baile. Su nombre, Mario , limeño, muy perfeccionista, alto, atractivo con rasgos muy masculinos, de temperamento fuerte, mayor que Elena. Lo conoció durante sus ensayos en Lima, su forma de ser a veces le  causaba problemas a Elena, quería que ella bailara a su estilo y no respetaba el de ella.

A pesar de su impulsivo carácter Elena le tenía mucha paciencia y admiración.

Mario había sido atleta, formó parte de la selección nacional de salto largo por 6 años consecutivos, trayendo varias medallas de oro y plata al país. Descubrió en la marinera su pasión, eso le llevaba una ventaja competitiva versus el resto de bailarines.

 A Elena le transmitió su disciplina y fortaleza y ella  le enseñó a soltarse, para que desbordara gracia en las pistas.

Todos los días a las 7 am salían juntos  a correr en la playa y luego terminaban zapateando en la arena, por espacio de 1hora y medía.

Durante los ensayos ,el rendimiento de ambos era cada vez mejor y la exigencia también, practicaban entre 4 y 5 horas diarias, “hasta que sangren los pies”-decían.

Elena ensayaba en las mañanas ,estudiaba en las noches y en su tiempo libre se dedicaba a su hijo.

Fueron meses de mucho sacrificio, Robertito creció con el amor de su madre y de su abuela.

Llegó el día del festival de marinera, Elena tomaba las cosas muy tranquila, mientras que la impaciencia de Mario por momentos era incómoda, como cuando entraba al camerino impaciente:

-¡Elena! Es el  campeonato para definir nuestra participación en Trujillo y no estás lista!- le decía mirándola fijamente con su atuendo bien planchado que parecía que si se  movía , se rompería.

 Mario me pones nerviosa yo a “mí ritmo hago mis cosas  “ – le decía .

-¿Por qué te pones esa buganvilia marchita en la cabeza?- le pregunto.

Elena lo miró como si fuera a responderle, pero se volteó ignorándolo , cerrando la puerta del camerino. Era su amuleto, la había llevado desde que empezó a bailar y Mario  ni nadie le impediría usarla.

Mario se quedó con la palabra en la boca, cosa que le molestaba  sobremanera cuando Elena hacía eso.

La música se escuchaba desde los camerinos, Elena salió apresurada, era el momento de ingresar a la pista de baile, Mario la esperaba con una sonrisa carismática, lista para iniciar el cortejo.

Elena, ingresaba con su suavidad y coqueteo característico,,, dirigiendo a Mario con su mirada de seducción, su gracia innata expresaban a través de su cuerpo ese deseo de atraerlo con la gracia de su pañuelo.

Mario no se quedaba atrás , le respondía con mucha seguridad . El movimiento de los pañuelos marcaban un empalme de primera que llevaba al baile a mostrar lo mejor de cada uno. Ella ,descalza zapateaba con mucha elegancia y coqueteo que mostraban su decisión de conquistarlo.

El a su vez, con su vehemente e intenso zapateo mostraba su fortaleza y determinación.

Después de ese despliegue intenso de energía, con vueltas que iban y venían, con  pañuelos agitados de seducción,  Mario cae rendido a los pies de Elena.

Todo el público encandilado por este guerreo, se puso de pie a aplaudirlos.

¡Habían ganado! ¡Eran los triunfadores del Festival de la Marinera!

Y como siempre en el público infaltables, los padres de Elena, sus hermanas y alguien nuevo y especial, Robertito, su hijo, su amor.

A Elena y  a Mario les tomaban fotos, los grababan por televisión, los entrevistaban, era toda una confusión, pero con mucha satisfacción.

-Tanto esfuerzo, tanta dedicación, tanta entrega, sin pensar en el cansancio, en los malos momentos, en las penas y dando lo mejor de sí a los demás, recreándolos con su talento, eso es entrega, eso es pasión- decían los locutores de la televisión.

(Continuará)

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