CAPITULO I
-Me levanto, me duele todo el cuerpo, me encuentro en una cama que no conozco, en un cuarto que nunca vi y no se con quién estoy, ¿Por qué no está acá?
Veo una mesa de noche en mal estado, una lámpara sin pantalla y un closet pequeño con una puerta apolillada.
Me pongo de pie, veo el lugar y está muy sucio, hay colillas de cigarro tiradas por el piso.
Me acerco a la ventana y me pregunto, ¿Dónde estoy?, volteo y me dirijo a la puerta pero un dolor fuerte y profundo me paraliza. Me miro-¡Noooo!, ¡estoy sangrando!-, sigo caminando y me empieza a doler la cabeza como si me la fueran a partir. Me acerco a abrir la puerta , pero no tengo fuerzas para hacerlo, caigo bruscamente al suelo y echada al lado de la puerta empiezo a llorar con desesperación, -no entiendo nada, esta persona me ha hecho mucho daño, no me merezco esto, nunca le hice daño-pensé.
En ese instante reacciono y comienzo a gritar : -por favor, ayúdenme, no me puedo mover, ¡por favor!-
Pero nadie me responde. Al parecer no hay gente en ese lugar, es más, parece un edificio viejo abandonado.
Luego de gritar, me trato de parar, pero caigo al suelo y pierdo el conocimiento.
Así empieza mi historia: -soy Camila, tengo 22 años, aunque no lo crean estoy recién retomando el cuarto ciclo de Economía con mucho esfuerzo, eso significa que a los 25 años recién seré economista. Mis amigas probablemente ya estén terminando sus carreras, pero eso no me preocupa, he madurado mucho y ahora estoy segura que nada ni nadie me detendrá.
Vivo aún con mis padres. Apenas pueda tener un ingreso extra, lo primero que voy a hacer es mudarme a un departamento para tener mi independencia.
Mi madre me decía desde niña:- una mujer bonita puede lograr lo que quiera en su vida y por eso es muy importante que te mantengas delgada y cuides mucho tu físico para que consigas un hombre que pueda darte todo lo que quieras-
Cuando le pedía que me compre golosinas me decía:-te vas a engordar-, pero igual me las compraba y yo las comía con mucha ansiedad.
Mi padre también vivía pendiente de su peso, todos los días se subía a la balanza para ver si había subido de peso. Nunca voy a olvidar sus palabras: -hijita eres linda, tienes unos ojos y una cara hermosa, pero tienes que bajar de peso, estas un poco gordita-.
Pero a la vez se contradecía, cuando quería se compraba papas fritas, chizitos, leche condensada y me invitaba, a veces le decía:-papi me voy a engordar- y él me contestaba:-come nomás, todavía eres una niña-
Mis padres se casaron jóvenes. Ambos trabajaban y llegaban tarde a casa, ya sea, porque iban a hacer ejercicios antes de llegar a casa o estaban estudiando de noche, lo cual no les permitía compartir mucho tiempo conmigo. Mi compañía era Alicia, mi nana. Eventualmente cuando dejó de serlo, se dedicó a los quehaceres de la casa. Lo que me gustaba de ella era que me quería mucho y llegué a tenerle mucha confianza y a contarle mis más íntimos secretos, era realmente como una madre para mí. Siempre que me veía melancólica me decía:-¿Qué pasó con esa hermosa carita?, porque no bailamos juntas una de esas canciones que te gustan, anda vamos-
Yo la miraba y el sentir su interés por mí me hacía reír: -¡vamos a bailar merengue!- y nos poníamos a bailar.
Era una estudiante promedio, pero como mi colegio era bien estricto y convencional, guardaba mis opiniones y no decía lo que pensaba, siempre me quedaba callada, era muy introvertida.
Me fastidiaban y aprendí a defenderme, pero cuando llegaba a casa y recordaba que me habían dicho: -eres una gorda- me ponía muy triste y culpable de no ser como las otras niñas de mi clase-.
Siempre me sentí muy sola. No tenía afecto por parte de mis padres. Sé que me querían, pero necesitaba más de ellos, sobre todo de mi mamá. A veces quería contarle algo, pero siempre estaba apurada, tenía muchas responsabilidades.
Mi vida era muy rutinaria: en el día; el colegio, en la tarde; la soledad y en la noche; la alegría y mucha expectativa porque llegaban mis papás.
Pero esta alegría era una ilusión más que una realidad, porque cuando ellos llegaban, se desvanecía: mi papá saludaba, se ponía a ver tv y me ignoraba. Mi mamá, en cambio, llegaba a revisar mis tareas , pero el tiempo se hacía muy corto para conversar. A veces quería contarle algo, pero la veía tan agotada, que ya no le decía nada.
Esperaba el fin de semana con ilusión. Imaginaba que llegaban mis papás y que hacíamos muchas cosas juntos; conversábamos, reíamos, nos abrazábamos, pero nunca era así, -creo que no me quieren, al parecer soy un estorbo en sus planes- pensaba.
La ilusión por la llegada del fin de semana se iba desvaneciendo, hasta que me di cuenta que todo iba a ser igual o peor. Los Viernes, mi papá estaba sumergido en su mundo viendo televisión y mi mamá llegaba a casa y me decía: – estoy agotada, he tenido una semana muy estresante- tirándose a su cama a descansar.
Los Sábados y Domingos se convertían en discusiones, pleitos, malos humores, gritos, críticas. Mi mente no se podía relajar y a pesar de eso, cumplía con mis obligaciones del colegio.
Mi papá tenía una obsesión porque todos nos levantáramos temprano para hacer deporte y la verdad es que nunca fue mi fuerte, ponía su música, que no era fea , pero en ese momento la odiaba-¡A levantarse todos!, son las 7 am y nos vamos a correr, rápido a vestirse-decía.
Ambas teníamos que cambiarnos para salir pero la diferencia era que mi mamá lo hacía con gusto y yo con disgusto.
Nunca me preguntaron qué me gustaba hacer, siempre me decían lo que tenía que hacer y nadie sabía en mi casa de mis más íntimos sentimientos más que Alicia y yo.
Ni mis amigas del cole lo sabían. Tenía tres amigas con las que salía y frecuentaba: Raquel, Paloma y Cristina; íbamos al cine, tomábamos helados, conversábamos y nos divertíamos en el recreo del colegio.
Nunca me voy a olvidar del día que llegué a casa del colegio y como nunca la vi en su cuarto durmiendo, me acerqué a saludarla y le di un beso-¿Qué haces acá mamá?, le pregunté con preocupación, me miró con ternura, esa ternura que era tan difícil de salir de su duro y sufrido corazón y me dijo:- hola mi amor, me he tenido que venir de la oficina, porque no me sentía bien, tenía un decaimiento espantoso-.
-¿has ido al doctor?- le dije. -Sí y me han tomado unos análisis de sangre, mañana me dan los resultados- me contestó.
-¿A qué hora te los dan?, quisiera acompañarte- le contesté preocupada.
-Mira amor, yo voy en la mañana no te preocupes, cuando regreses del colegio yo estaré acá y te diré que me dijo el médico- me respondió.
Me fui a mi cuarto triste, hubiera querido ir con ella, pero tenía que hacer tareas para el día siguiente, para ella era muy importante que las hiciera. Al terminarlas comí y antes de irme a acostar, entré a su dormitorio , vi a mi papá viendo TV como siempre, no sabía que había llegado, lo saludé y vi a mi mamá durmiendo, le pregunté-¿Cómo sigue?-, -ahí durmiendo, mañana va al doctor para que le de los resultados- me contestó.
Yo lo quería, cuando bromeaba conmigo, pero a veces era muy temperamental y me castigaba por gusto , era como un niño, mi madre siempre discutía con el de lo mismo, no se responsabilizaba de nada en la casa y trabajaba para cumplir, sólo lo hacía para recibir su sueldo y luego decirle a mi mamá:- gano muy poco no me alcanza la plata para nada, así que acá el que gana más tiene que portarse-.
Mis noches antes de dormir eran muy tristes y melancólicas, ponía música y pensaba:
– ¿Cómo sería mi vida si tuviera otros padres? , tendría mucho más cosas de lo que tengo ahora, nos podríamos ir de viaje, no como ahora que la plata no alcanza.
Cada vez que me veo al espejo, me gusta menos mi físico, estoy gorda, me gustaría mantenerme flaca como mi mamá, ella me contó que había sido gorda como yo y la fastidiaban, hasta que decidió adelgazar y todas sus amigas le tenían envidia porque era la más bonita de todas, así que tengo esperanza-pensaba.
-Cada vez soporto menos el colegio, me cuesta mucho concentrarme y la verdad es que las clases son aburridísimas, además he llegado a la conclusión de que no soy muy inteligente, a pesar de que mi mamá me dice lo contrario, creo que espera de mí cosas que no voy a poder lograr-.pensaba.
Cuando supimos los resultados de mi mamá , mi vida dio un giro de 180 grados.
Mi mamá estaba embarazada.
Al parecer era un embarazo complejo, porque tenía que estar en cama hasta el final del embarazo. En su trabajo le dieron licencia todo ese tiempo, hasta que tenga al bebé y luego se volvería a reintegrar en Febrero o Marzo del siguiente año.
Por un lado estaba muy feliz por que iba a estar más cerca de ella, pero por otro lado, me iba sentir más controlada. Ese año mis compañeras de promoción y yo cumplíamos 15 años. ¡ Era de lo mejor!, íbamos a conocer chicos nuevos , tendríamos fiestas y reuniones todos los fines de semana, -estando ahí mi mamá, estaría pendiente hasta de mis últimos movimientos-pensaba y eso no me hacía mucha gracia.
Pero fue todo lo contrario, nunca pensé complementarme tanto con ella.
Cada vez que llegaba del cole, le contaba todo lo que había hecho y a ella le encantaba. Revisábamos juntas las tareas y ella me contaba sus anécdotas de cuando tenía mi edad.
-¡Qué lindo se siente cuando sabes que cuentas con alguien que se preocupa por ti y tiene esa apertura de aceptarte como eres!-pensaba.
Mi papá llegaba en la noche de trabajar y estaba siempre de mal humor. Apenas nos saludaba y lo primero que hacía era decirle a mi mamá burlándose :-Amor cada vez estas más gorda, pareces una vaca, jjajaja-.
Luego se tiraba en la cama a ver televisión y solo quería ver sus programas, no le importaba si mi mamá estaba viendo otra cosa, a mi mamá le fastidiaba tremendamente y comenzaban a discutir.
Nunca voy a olvidar esa noche, que sin querer escuché la discusión:-¿Por qué llegas a esta hora?, te he estado llamando y tu celular estaba apagado, ¿Dónde estabas?, ¡son las 3 de la mañana!- le increpaba mamá.
Y papá se reía. Estaba borracho, -¡no empieces, nunca confías en mí!, después del trabajo nos fuimos a tomar unas cervezas y se nos pasó la hora, ¡siempre buscas una excusa para regañarme!, si te quisiera sacar la vuelta lo haría en cualquier momento, ¡va a llegar un día que me voy a hartar!- le decía.
-A ver ¿con quién has estado?-le dijo mamá.
-Con los de mi oficina, ¡nunca voy a nada por tu culpa!, ya me han puesto la chapa de saco largo, pisado, ¿Qué quieres, que quede como un idiota?- le dijo.
-¡Tú no eres ningún saco largo, la que está harta de tus desaparecidas soy yo!- le dijo.
-Bueno si me haces tanto escándalo, mejor me voy, no tiene sentido estar acá-le dijo.
-¡A ver, a donde te vas a ir!, si nunca tienes plata para nada, además ¡si te vas ya no regresas!-
Contesto mamá dolida y con lágrimas en los ojos.
-¡Bueno, entonces me largo!- abriendo la puerta y tirándola violentamente.
Mamá se fue corriendo hacia la puerta para tratar de agarrarlo, pero ya se había ido.
Me levanté y fui donde ella, quien estaba arrodillada en el suelo llorando desconsoladamente.
Lo único que hice fue abrazarla , llevarla a su cama para que se calme y darle un poco de agua, cuando se tranquilizó se quedó profundamente dormida.
Mis pensamientos en contra de mi papá eran horribles, sentía que todo era tan injusto, mi madre embarazada tirada en la cama y mi padre saliendo con amigos a bares a tomar alcóhol y muy probablemente, en compañía de mujeres.
A la mañana siguiente, me desperté temprano y me caminé al cuarto de mis papás :-Mi papá no ha regresado y a mi mamá no la veo bien-pensé. Ese día, no me moví de su cuarto, mamá todo el día durmió.
A pesar de que Alicia siempre estaba en casa, ya no estaba tan joven y a veces me guardaba cosas para no preocuparla. Además era muy reservada con mi vida privada, no le comentaba nada a mis amigas.
Esperaba con ilusión los fines de semana para ir a las fiestas. Como mi papá no quería llevarme ni recogerme y mamá estaba en cama, yo misma empecé a organizarme con mis amigas del colegio, les pedía que me jalaran a las fiestas y de regreso tomábamos un taxi entre todas para que nos deje a cada una en su casa.
Así fue como pasaron los meses, los momentos en que me sentía bien era cuando estaba de fiesta con mis amigas.
El colegio cada vez lo odiaba más y las discusiones entre mis padres eran cada vez peores; se gritaban, se insultaban, en una oportunidad mi papá le pegó a mi mamá , ella lo arrinconó y le dijo:-vuelves a tocarme y te olvidas de mi-.
Lo que era increíble, es que a pesar del sufrimiento y la mala relación que tenían, luego se reconciliaban y se juraban amor eterno.
Creo que a papá no le importaba, se sentía seguro con mi mamá , sabía que ella dependía emocionalmente de él y que a pesar de que era muy hermosa e inteligente, no se sentía capaz de ser amada por alguien más y mi papá se encargaba de reafirmarle ese sentimiento.
Llegó el momento, mi mamá ya me había contado que mi hermanito sería hombre e incluso me preguntó-¿Qué nombre le pondrías a tu hermanito?-: -me gustaría que se llame Nicolás-,le dije.
Esa noche desde mi cuarto escuché a mi mamá gemir, me acerqué a su habitación y la vi echada muy adolorida, me dijo: -creo que Nicolás va a nacer-.
Mi papá no estaba, ya se le había hecho costumbre desaparecerse, traté de llamarlo al celular, pero para variar no contestaba-¿Qué hago?- me pregunté.
Lo primero que se me vino a la mente fue llamar a la ambulancia para llevarla a la clínica.
Cuando llegamos, mi mamá estaba muy adolorida y pálida-mamá no te preocupes, estoy aquí contigo, todo va a salir bien-le decía, mientras la colocaban en una camilla y la llevaban a la sala de partos.
Sentía que mi mamá era mi responsabilidad, una responsabilidad que al ser adolescente, no solo me costaba mucho, sino que me generaba mucha ansiedad, ya que yo también sufría y necesitaba a alguien en quien apoyarme también.
-¡Nació, nació Nicolás!-, dijo mi padre ,quien no pensé que llegaría.
-Mi hombrecito, ¿no es hermoso?-, decía hablando con la lengua enredada y haciendo escándalo con los amigos con los que había estado tomando, mientras
yo miraba a Nicolás por la luna de la sala de recién nacidos y pensaba:-Igual debo haber sido yo, un pedacito de persona, es increíble que tan rápido se haya pasado el tiempo -me gustaría estar como Tú , en los brazos de mamá, sintiéndome protegida, amada- pensaba. A veces ese sentimiento invadía todo mi cuerpo y me llenaba de ternura.
Me fui al cuarto donde esperábamos a mamá y llegó muy tranquila, como nunca antes la había visto. -mamá , te quiero mucho- la abracé con todas mis fuerzas, mis ojos se llenaron de lágrimas. Me miró y me dijo-yo también-.
Papá en ese momento vino y nos abrazó a las dos: -estoy muy emocionado-dijo llorando.
A veces lo percibía como una persona buena y vulnerable y en otros momentos no soportaba sus actitudes y comportamientos. Era muy cambiante y temperamental.
Y así fue transcurriendo mi vida, Mamá , Papá, Nicolás y yo llegamos a la casa.
Pero lo que empezó con mucha ilusión y esperanza, terminó en desesperanza y tristeza.
(continuará)