Quisiste protegerme, pero… …no me di cuenta – Capítulo III

CAPITULO III

Había un amigo de Martín, que estaba en la universidad, que era su proveedor, se llamaba Adrián, su familia tenía mucho dinero y él lo gastaba de una manera extrema.

Me acerqué a él y le pregunté :-¿tienes coca? ¿Me vendes un poco?-;  cuando me dijo lo que costaba, me quede fría, no tenía el dinero para comprarla, pero la necesitaba. Entonces le dije:- No tengo plata, pero te propongo algo, pasar un buen rato juntos a cambio de que me invites un poquito, ¿Qué dices?-

-Está bien, ¿a qué hora acaba tu clase?- me dijo..

-A las 9pm.-le dije.

-Paso por ti a esa hora preciosa-, me dijo.

Era Martes, salir de noche de mi casa era todo un tema: -¿adónde te vas tan arreglada?- me dijo mi mamá.

-Ah, justo te iba a decir que un amigo de la universidad me ha invitado a salir-le contesté rápido para que no se diera cuenta de que tramaba algo.  Me miró y me dijo:-no vengas tan tarde, no quiero que vuelva a pasar lo de la vez pasada-

Salimos, Adrián me recogió y fuimos de frente a un súper hotel, donde él ya tenía reservada una suite, sacó champagne, coca y obviamente el sexo venía como consecuencia.

La verdad es que Adrián era muy atractivo, pero mi corazón seguía latiendo por Martín, pero ya no me importaba, sólo mi interés empezó a girar alrededor de consumir cocaína y con Adrián no tenía pierde.

Al parecer Adrián no tenía límites, nos podíamos ver todos los días, sus papás nunca estaban en su casa, viajaban frecuentemente e iba solo cuando le provocaba a clases.

Y lo mismo me empezó a pasar a mí, me despedía de mis padres cuando iba a la universidad, veían que fuera a la esquina a esperar a la movilidad y yo me iba por otro lado, Adrián me recogía y hacíamos lo mismo todos los días, no sé qué me pasó, pero la universidad, mi vida y mis padres empezaron a importarme un bledo. Yo sentía que había perdido la importancia de lo que era vivir y se me acentuaba más cuando dejaba de consumir y me venían unos bajones horribles y me ponía como un demonio y con la que más me la agarraba era con mi mamá,  le decía cosas que hasta yo misma me desconocía, pero no me importaba.

Las cosas se salieron de control, ya casi no iba a mi casa y como sabía que podía quedarme con Adrián, me importaba menos..

Uno de los tantos días que llegaba a casa a recoger mi ropa, mi mamá me estaba esperando,

-Mira, Camila, lo que estás haciendo, ¡no tiene nombre!, estás haciendo lo que quieres , mírate la pinta, cada vez estas más flaca, mírate las ojeras, estas muy descuidada. Te llegó una carta de la universidad, que me tomé la libertad de abrir y me entero que estás perdiendo el ciclo por inasistencias, ¿Qué te pasa?.- me dijo con preocupación.

-Justo quería hablar con ustedes, bueno contigo, voy a dejar la universidad y me voy a vivir con Adrián- le dije sin remordimientos.

-¡QuA ejaba desgracia.zó y lo cargueprovocabalgo relacionado con fitness)algo asi como: «as que estoy preparando para ustedes!!! Lesé!, ¿con ese mantenido, hijito de papá y mamá?- me dijo indignada.

-Si, y él tiene el dinero suficiente para mantenernos a los  dos, nos pensamos ir al Cuzco y quedarnos ahí hasta fin de año- le dije .

-Bueno, Camila, haz lo que te dé la gana, pero te vas y no hay retorno, quiero que lo tengas muy presente-

-Ok mamá, en este momento empaco y me voy- le dije con voz retadora.

Mientras empacaba mis cosas, se me acercó Nicolás y me miró con sus ojitos tristes: – Nico, voy a regresar, te dije que siempre iba a estar contigo y así lo haré, me voy poco tiempo y regreso, te amo mucho- le dije con lágrimas en los ojos abrazándolo y besándolo. Nico llorando me abrazó y lo cargué, lo miré a los ojos y le dije:-me voy al campo, donde hay vaquitas, llamas, ovejitas, te voy a mandar fotos ¿Ya?- me miró y sonrió, con inocencia.

Cogí mis cosas y me fui de casa, sin despedirme de mamá.

En ese momento solo pensaba en mi objetivo, no cabía nada más en mi cabeza que estar fuera de mi realidad, viviendo un mundo ficticio pero ¡feliz!.

Adrián me esperaba afuera, nos fuimos juntos y seguimos en las mismas andanzas, de ahí efectivamente viajamos al Cuzco y nos alquilamos una casita sencilla, cerca Del Valle Sagrado, pero sentía que Adrián y yo consumíamos cada vez más cocaína, allá no era difícil conseguirla, ni tampoco era tan cara, el tiempo se nos pasó volando. Sentía que cada vez estaba más delgada, cada bajón depresivo me lo quitaba inmediatamente con otra dosis. Pero me preocupaba Adrián, salíamos en las noches, pero él siempre terminaba inconsciente. Me comencé a dar cuenta, que terminaba mal y empezaba peor el día, estaba muy agresivo e irritable, cada vez me gritaba más y comenzó a pegarme constantemente.  Cuando lo hacía,  me parecía chistoso cuando ambos estábamos hasta las patas, pero cuando yo estaba sobria me sentía denigrada, pero mi deseo de consumir podía más que todo eso.

Vinimos a Lima de visita, porque se casaba un amigo de Adrián y nos reencontramos con amigos que no veíamos desde que nos fuimos a Cuzco.  Esa noche fue una desgracia. Un chico de la fiesta no dejaba de mirarme. Al principio pensé que lo conocía, pero me di cuenta que no, se me acercó y me comenzó a conversar. Adrián no dijo nada y de un momento a otro sacó una botella rota y le cortó la cara al individuo, quien empezó a gritar de dolor mientras sangraba.

Adrián estaba tan violento, que quería seguir lastimándolo.  No sé cómo le quite la botella y la tiré, pero todo me imagine menos que Adrián me agarrara fuerte del brazo y me sacara de la fiesta.-¡Adrián suéltame, me estás haciendo daño!- le dije gritándole. Era de madrugada, no había nadie en la calle, era imposible que alguien me escuchara.

Me metió al carro a empujones, yo me resistía, pero él podía más que yo.-Adrián, ¿A dónde vamos?- le decía angustiada y llorando. Pero él no me respondía, solo manejaba a toda velocidad mirando hacia adelante fuera de control.

De repente, llegamos a un sitio oscuro, que yo no conocía, sacó un pañuelo, lo mojó con un líquido que tenía en un pomo y me lo puso entre la nariz y la boca, apretándolo como si me fuera a ahogar. El olor era fuerte y de allí no me acuerdo nada más.

Recuperé el conocimiento, estaba tan adolorida que me costaba mucho pararme y buscar mi ropa, la fui recogiendo, me metí a la ducha sucia del cuarto, me enjuagué rápidamente, me vestí y con el cuerpo húmedo salí de ahí.

Me paré en la calle para coger cualquier movilidad que me llevara a mi casa, felizmente un señor que vivía en esa zona me dijo:—señorita la veo mal, tengo transporte ¿no quiere que la lleve al hospital?, – Si, por favor lléveme al más cercano, me siento muy mal, muy mal……- me ayudó a entrar a su auto, pero no tenía fuerzas, me echó  en el asiento de atrás y me volví a dormir.

Cuando desperté estaba en una cama del hospital, rodeada de mi mamá, Nico y mi papá, me sentí tan bien de verlos y estar en un ambiente protegido, que me puse a llorar pensando en todo lo que había pasado.

Mi mamá muy preocupada, se me acercó y me dijo:-Camila, realmente me siento muy triste de verte así, has llegado a estar con un hombre drogadicto y alcohólico que casi te mata. El  Dr. Fuentes, es el médico internista que está viéndote, nos comentó que también trabaja en un Centro de personas con adicciones y que te ayudaría a entrar al centro para apoyarte con tu adicción a la cocaína.-

-¿Yo internada en una clínica para adictos?, si no lo soy, solo es de vez en cuando-, le dije molesta.

Ya me iba a poner a discutir con ella, cuándo apareció el Dr. Fuentes, quien para mi sorpresa era jóven y atractivo.

-Buenos días, Camila, mucho gusto, soy el Dr. Fuentes-dándome la mano amablemente.

-No sabes la alegría que siento, que a pesar de las circunstancias, estés con vida y rodeada de tu familia.

-Mira Camila, yo trabajo en un Centro de adicciones y  veo muchos casos de chicas, que ingresaron al mundo de las drogas como tú, algunas han tomado las riendas de su vida y han salido adelante, pero un porcentaje muy alto de ellas han recaído y otras han muerto por sobredosis.

Me imagino tu sufrimiento interno, debe ser muy difícil estar en esa situación, pero no puedes permitirte que te vuelva a suceder-me dijo.

-Pero uno puede ir al centro de manera ambulatoria, solo durante el día y luego me voy a casa-le dije.

-Camila tu caso no es simple, tu organismo estaba totalmente intoxicado, en cualquier momento ibas a colapsar, yo te sugiero que te internes por un lapso no menor de un año.

Al inicio, va a ser difícil para ti, vas a tener un síndrome de abstinencia, pero cuando tu cuerpo se desintoxique por completo, tenemos que trabajar juntos para sanar tu interior, para que te fortalezcas y así puedas retomar tus estudios y enrumbar tu vida, piénsalo – me dijo tomándome la mano,  mirándome a los ojos y despidiéndose.

Durante la noche en la clínica , comencé a pensar como había podido llegar a estar así, de ser tímida y callada a enferma y maltratada.

Comencé a llorar con tal desesperación, que sentía que mi cara iba a reventar, -me enamoré de Martín y de allí me enganché sin querer con la cocaína y solo estuve con Adrián para que me provea de ésta, vendí mi cuerpo, dejé mis estudios ,abandoné a Nicolás  y estuve a punto de morir, parecía una pesadilla- pensé.

Me sentía muy, muy deprimida, maltratada, utilizada, vejada, no solamente era el dolor corporal, sino el dolor interno de humillación, de haber sido forzada a hacer algo que nunca deseé, pero que yo misma me lo busqué.

(continuará).

1 COMENTARIO

  1. Muy triste y linda a la ves, leí los 4 capítulos, tengo una hija de 17 años, está en la Universidad, pero no me gustan algunas de sus amistades, son mayores y como que ya conocen mundo, ella quiere vivir la vida pero no la dejamos por temor a muchas de esas cosas que pudieran ocurrir y tengo demasiados temores, mi esposo es un hombre sobreprotector y definitivamente no la comprende para nada y el hace crecer mis temores.

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