LA BUGANVILIA DE ELENA-Capítulo 1

Elena, pero no María Elena como querían sus padres, era la mayor de 2 mujeres. Su padre, un respetable empresario Piurano y su madre una dama de la sociedad de aquella época.

Vivió rodeada de amor y mucha alegría.

A su padre le gustaba mucho la música y sobre todo la marinera, la cual había aprendido a bailar muy bien. A su madre le gustaba cantar y cuando de bailar se trataba, le seguía muy bien el paso a Don Manuel. Así le decían y a ella Doña Isabel.

Durante su infancia y adolescencia, jugaba con sus primas y primos yéndose a las chacras a treparse en los árboles y sacar mangos. Pero había algo más que solo a ella le gustaba , colocarse una buganvilia al lado de la oreja que sujetaba su negra y larga cabellera y ponerse a bailar.

Desde que tenía 6 años, le seguía el ritmo a Don Manuel y cada vez que salía a pasear con su madre observaba a Letty, desde esa ventana, enseñándole a todas esas bellas chicas como zapatear agitando su pesada y adornada falda. Algun día bailaré como ellas!-pensaba.

A pesar de los escrúpulos de su madre y sus tías, decidió buscar a Letty, quien ya tenía sus cuarenta tantos años encima, muy segura de sí misma, disciplinada y de una belleza aún presente.

 Toc toc….¡si!, contestó Letty a través del rabillo de la puerta. ¡Soy yo, Elena!

Letty miró a Elena, una quinceañera que ya era toda una mujer, muy parecida a su madre, ojos grandes, cabello largo , negro y con una personalidad definida.

¡Elena, que milagro!, ¿qué hace una señorita fuera de casa a esta hora?- dijo. ¿Tu madre sabe que estás acá?, le preguntó.

– He venido por mi cuenta, quiero que me enseñes a bailar marinera para poder concursar-contestó Elena.

Letty  al verla tan segura le dijo:-Elena me impresiona tu seguridad , ¿Me pregunto qué va a pensar tu madre de esto?- cogiendo un cigarrillo y encendiéndolo.

-Letty, ¿podrías probarme primero y de ahí le digo?, desde niña el baile ha sido mi pasión y sigue siéndolo-contestó Elena .

-Te probaré pero con una condición, el fin de semana le cuentas a tu mamá, sino yo voy a tener que hacerlo, necesito su autorización, recuerda que eres menor de edad-le dijo.

Elena no podía estar más emocionada, Letty la había aceptado como alumna, tenía condiciones para ser una profesional en marinera. Su duda ¿Cómo se lo contaría a su madre?.

No estaba bien visto que una señorita de sociedad, como ella, se dedicara a bailar marinera. La incongruencia era que sus padres la bailaban mucho dentro de casa.

Elena, por temor no le dice nada a su madre, el Lunes le diría a Letty que le dé una semana más para poder contárselo.

A Letty no le gustó lo que Elena había decidido:-Elena esto no es un juego, es una gran responsabilidad, tu madre lo tiene que saber de inmediato y estar de acuerdo-le dijo.

Cogió el negro y grande teléfono y marco el número de Doña Isabel.  Elena estaba paralizada esperando que le diría su madre a Letty.

Al colgar ,Letty le dijo a Elena que su madre estaba yendo a recogerla y que la esperara.

Llegó Doña Isabel muy asombrada: -Elena, ¿Cómo no me has contado?-le dijo.

-Mamá es lo que quiero hacer, perdóname por no decirte-le contestó Elena muy nerviosa.

-Tú sabes que yo nunca me opondría a lo que quisieras hacer, ¿no crees que es muy apresurado y lo podrías pensar mejor?-le dijo.

-Es que…ya lo tengo decidido-le respondió.

Doña Isabel la miró asombrada, no quería decepcionarla, como la decepcionó su madre cuando quiso ser cantante antes de conocer a Don Manuel.

-Está bien Elena, te doy mi permiso hablaré con tu padre, pero eso si, harás todo lo que Letty te pida y no habrá vuelta atrás.

Elena abrazó a su madre con mucha emoción:-Gracias mamá, no te defraudaré- le dijo.

-Doña Isabel, Elena se quedaría conmigo para iniciar los ensayos y de ahí la acompaño a su casa- dijo Letty. Ella asintió retirándose de la academia.

– Elena, tu puntualidad y asistencia a los ensayos es obligatoria este mes empezaremos con dos horas diarias, el otro mes aumentaremos a tres, dos meses antes de cualquier competencia practicaremos 5 horas diarias, tendrás que sacrificar tus salidas y fiestas, sobre todo antes de los concursos, sales del colegio y te vienes de frente acá, las faltas tienen que estar justificadas por tu madre. ¿Estás de acuerdo?-dijo Letty con firmeza. Elena asintió.

Fueron meses muy duros para Elena: entre el colegio, el baile, sus responsabilidades  y los ensayos para los concursos . Sin embargo, ella siempre se mostraba muy profesional, su nivel de compromiso era tan grande que le permitió avanzar y convertirse en la mejor bailarina de la academia.

Por ese motivo Letty decide hablar con la madre de Elena:-Doña Isabel ,viendo  el gran avance que tiene Elena en el baile, se necesita que la acompañe una pareja que esté a su mismo nivel , solo la encontrara en Lima, si Ud. Desea yo la podría recomendar con un destacado profesor de marinera, Eduardo Alcalde, quien estoy segura que va a sacar lo mejor de ella-

Don Manuel tenía que ir a Lima todas las semanas por negocios y Doña Elena lo acompañaba, por esa razón compraron una casa en Lima para quedarse durante la semana y regresar a  Piura todos los fines de semana para estar con sus hijas, quienes se quedaban en compañía de su nana para ir al colegio.

Ambos tenían que tomar una decisión, además de mudarse a Lima definitivamente, cambiar a sus hijas de colegio.

-Si Elena tiene futuro con la marinera, no nos queda otra que apoyarla, los colegios en Lima son muy buenos, creo que sería muy beneficioso para todos cambiarlas de colegio y vivir todos en Lima-decía Don Manuel a su esposa.

Doña Isabel reúne a sus tres hijas para darles la noticia, quienes no la tomaron muy bien:

-Ah mamá no puede ser, por culpa de Elena tengo que irme a otro colegio, ¡tengo que dejar a todas mis amigas!- decía María Laura  a su madre llorando.

-Y yo peor, soy mayor que tú y solo me faltan 2 años para acabar el colegio, yo quería terminarlo con mi promoción- decía María Teresa hablando alteradamente a su madre. Ella era la más rebelde de las 3, a pesar de que quería a sus hermanas, tenía una rivalidad tácita con Elena, se comparaba mucho con ella y sentía que habían cosas que Elena lograba por su esfuerzo, valentía y ella no.

Elena era tímida, de temperamento fuerte y muy paciente, se adaptó inmediatamente  a su nuevo colegio, a pesar de que sólo le faltaba ese año para terminarlo. Su melancolía afloraba cuando pensaba en Amelia, su mejor amiga desde que empezaron el colegio, gracias a ella Elena pudo dedicarse al baile, Amelia  la visitaba todos los días trayéndole las tareas que había dejado de hacer por algún entrenamiento previo a una competencia.

María Laura lloró durante un mes por no poder ver a sus amigas de Piura, pero finalmente hizo nuevas amigas, lo que le permitió entender a sus padres y a Elena.

María Teresa, quien no tenía problema para conseguir amigas, su rebeldía en casa se acentuaba más, no entendía por qué sus padres la habían traído a Lima, culpando a Elena por ello.

La  academia de baile de Eduardo Alcalde, era muy grande, en ese salón habían por lo menos 20 bailarines .

Elena se sentía como una extraña-: me va a costar mucho adaptarme a Lima, todo es más grande – decía mirando a su madre, quien estaba al lado de ella.

Llegó a la academia a la hora pactada, Eduardo ya la estaba esperando con su nueva pareja de baile, Felipe: limeño, alto, atractivo, de rasgos muy masculinos, cursaba el 2do año de derecho en la universidad.

Elena él es Felipe, a partir de hoy formarán una pareja de baile para participar en el Festival de la primavera en Trujillo.

Tenemos 6 meses  de muchos ensayos, vendrán después de clases y bailaremos 3 horas sin parar de Lunes a Viernes y los días sábados 3 horas en la mañana.

Haremos presentaciones en concursos locales y nos han invitado la próxima semana a hacer una presentación en la televisión.

Elena y Felipe se veían todos los días a la misma hora, no solo eran compañeros de baile se había vuelto muy amigos. Él era un bailarín de primera, muy llevadero, no le gustaban los conflictos y como Elena  era introvertida y  muy paciente,  sus temperamentos encajaban perfectamente.

Pasaban los meses y se acercaba la fecha del concurso decisivo para calificar al Festival de Marinera en Trujillo.

Elena estaba un poco abrumada, tenía ensayos todos los días y tenía que cumplir con sus tareas y obligaciones del colegio, era su último año de secundaria y quería terminarlo con éxito.

Una tarde llegó Roxana, su mejor amiga desde la niñez ,quien le llevaba un par de años, para ir juntas a una fiesta sorpresa que le iban a hacer a su primo José. Elena no era de salir de casa, al contrario le gustaba leer y escuchar música, no le entusiasmaba mucho la idea.

-Elena, ¿por qué no vas con Roxana?, vamos distráete un poco- le dijo su madre, Elena acepto a regañadientes.

Cuando ingresaron a la fiesta, Elena  nunca había visto algo así, la pista de baile estaba llena de gente, sentía la música como ingresaba con tanta claridad por sus oídos, una pista de baile iluminada  por una luz giratoria muy brillante y varias luces de color rojo y verde.

-Es como estar suspendida en otro mundo-pensaba Elena muy entusiasmada.

-Ven conmigo que te voy a presentar a mi grupo de amigos-le dijo Roxana.

Elena fue muy emocionada, todos le parecieron muy agradables, pero hubo solo un chico en particular que le interesó :Roberto, era muy extrovertido al parecer hubo química entre los dos, inmediatamente la sacó a bailar. Bailaron toda la noche era como si el tiempo se hubiera congelado, como si estuvieran suspendidos en una nube, separados del resto.

Le contaba que trabajaba en una empresa extranjera y por esa razón viajaba mucho, había estudiado Administración de Empresas en una Universidad en Lima.

-Yo este año termino el colegio y me dedico de manera profesional a la marinera- le dijo Elena.

-Yo pensé que ya estabas en la universidad, tu madurez me hizo pensar que eras mayor, ¡eres todavía una niña!- le dijo.

Elena bajó la mirada tristemente, era una niña para él, pero le había gustado mucho su seguridad, su alegría, su caballerosidad- me da pena, pero soy muy joven para el- pensó.

-Fue un gusto conocerte Roberto voy a buscar a Roxana, nos tenemos que ir, es muy tarde y mañana tengo que ensayar a primera hora-le dijo.

-Elena, ¿Cuándo es él concurso? – preguntó Roberto.

-En Agosto, solo queda un mes- le dijo.

Elena y Roxana se retiraron de la fiesta: – te vi muy entusiasmada con Roberto- le dijo .

-Me cayó muy bien, pero es bastante mayor que yo- le dijo.

-Eso no tiene nada que ver, aparte ya te falta poco para ir a la Universidad- le dijo Roxana riéndose.

-La verdad Roxana, ahorita no estoy para distracciones y menos con alguien mucho mayor que yo, me tengo que enfocar en mis estudios y mi baile- le dijo Elena.

Eso era lo que Roxana admiraba de ella, su seguridad y claridad de lo que quería, a ella le hubiera gustado ser como ella, pero era muy impulsiva y eso la hacía tomar decisiones que no siempre eran adecuadas.

Entre el baile y los estudios Elena no tenía tiempo de pensar, pero cuando llegaba la noche, la invadía una melancolía, era muy introspectiva y trataba siempre de ser una mejor persona, por su creencia religiosa, rezaba mucho, eso la ayudaba a  centrar sus emociones y empezar un nuevo día, agradeciendo todas las bendiciones que recibía.

Llegó el día, era un sábado de agosto, Elena estaba en el camerino arreglándose y su madre al lado de ella. Era todo un ritual desde el pelo muy recogido, el maquillaje, a Elena le gustaba resaltar sus lindos ojos con mucho rímel y pintarse los labios. Era infaltable una buganvilia roja que solía colocarse en el cabello, a diferencia de las otras concursantes, quienes utilizaban unos tocados muy sofisticados. No solo le traía recuerdos de niña, sino que era como un amuleto para ella.

Su larga y pesada falda era difícil de colocar, la usaba apretada en la cintura. Necesitaba que su Madre le ayude a colocársela.

A lo lejos escuchaba el barullo de la gente, ya tenía que salir, estaba muy nerviosa, era su pasaje para ir a Trujillo, había aprendido a manejar los  nervios en el escenario.

Detrás de bambalinas ambos esperaban su turno para salir agarrados de las manos.

-A continuación los concursantes :¡ Elena Sánchez y Felipe Ojeda! –

Chocaron manos y salieron a arrasar a la pista de baile, era una lucha entre los nervios, la adrenalina, el cansancio , la gracia y  la sonrisa permanente muchas veces fingida. Pero la complicidad tácita entre los dos hacían del baile un verdadero y auténtico cortejo, convirtiéndose en los favoritos del jurado.

Entraban y salían concursantes y se acercaba el momento de que los jueces deliberaran y tomaran una decisión, ese momento era interminable para ambos.

-Empezaremos la premiación- decía el animador del concurso.- Los iré llamando del 3er al 1er puesto y las parejas se irán colocando en sus lugares-

Eran 3 peldaños en donde se tenían que parar de acuerdo al puesto que lograran, y por supuesto, ellos visualizaban estar en el más alto.

-Tercer puesto: ¡Pamela Rivera y Augusto Melgar!, 2do puesto: ¡Miguel Astudillo y Erika Solorzano! y los ganadores con el puntaje más alto ocupando el primer lugar: ¡Elena Sánchez y Felipe Ojeda!, estas 3 parejas nos representarán en Trujillo en el Club Libertad, se acercan y se colocan en sus posiciones para su premiación-

Era todo como un sueño, mientras les colocaban la medalla de oro, escuchaban la algarabía y los aplausos del público, se habían esforzado tanto que el triunfo no era creíble para ella ni para Felipe.

-Elena, Elena, Elena , ¡hemos ganado, nos vamos a Trujillo!– le decía Felipe emocionado.

Elena se acercó a su familia y llorando les decía :-¡ganamos, logramos Trujillo!- Gracias papá, gracias mamá por estar siempre conmigo, sin ustedes no hubiera llegado tan lejos-abrazándolos y besándolos.

Era toda una algarabía: el público venía a felicitarlos, los fotógrafos con sus cámaras, la televisión , estaban en la mira de todos. Elena aturdida agradecía a cada persona que la felicitaba,  una voz masculina que le parecía conocida la hace voltear: -No pensé que te sacaras tus finos zapatos para bailar como una mujer sencilla y campechana, tu baile ha sido un deleite para mí-

Elena se ruborizó nunca se imaginó que lo volviera a ver y menos verla bailar.

-Roberto, no me habías contado que te gustaba la marinera-le dijo.

-Me dio curiosidad verte bailar, le pregunté a Roxana y vinimos juntos, no me arrepiento de haberlo hecho- le contestó.

-¡Amiga estoy emocionada!, ¡has bailado maravilloso! no sabes el orgullo que siento por ti-le dijo Roxana.

Elena se quedó sin palabras, solo miraba a Roberto, quien  les propuso ir a almorzar juntos.

A los padres y  a las hermanas de Elena, Roberto les dio muy buena impresión, tanto así que al llegar a casa, Doña Isabel le preguntó a Elena:- ese muchacho que nos presentó Roxana tan  simpático y educado, ¿de dónde lo conoces?-

-En la fiesta sorpresa de José, es la segunda vez que lo veo, es un buen chico- dijo Elena.

-Creo que es más que un buen chico para ti, ¿o me equivoco Elena?- le dijo.

-Mamá es solo eso, además es mucho mayor que yo, no se fijaría en una colegiala-le dijo.

-La colegiala ya deja de serlo- le dijo su madre.

Elena se incomodó con el interrogatorio de su madre, yéndose rápidamente a su habitación.

Pero si había calado su corazón, no dejaba de pensar en él , se preguntaba:- ¿Por qué fue al festival?, no tenía que hacerlo, a lo mejor su interés es por Roxana, total fue con ella-.

Roberto ya no podía esperar, realmente le interesaba mucho Elena y quería seguir frecuentándola: -Es una hermosa y admirable mujer, ya no es una niña, este año acaba el colegio, el próximo ya será una universitaria, podríamos ser amigos hasta que sea mayor de edad, estoy dispuesto a esperarla- pensaba.

Roberto comenzó a buscar a Roxana con la excusa de ir juntos  a ver a Elena, la situación se volvió tan constante que Roxana comenzó a pensar que él estaba interesado en ella y se lo comentó a Elena muy ilusionada. Ella  se sintió muy mal porque en el fondo de su corazón sabía que el interés de Roberto era por ella.

Decidió poner excusas para no ver a ninguno de los dos y como  se estaba presentando a la universidad para estudiar bellas artes, les dijo que tenía mucho que estudiar y que por el momento no los iba a poder ver.

Roberto sintió la pegada,  ya no tenía excusas para ver a Elena, ¿qué iba a hacer con Roxana?, ella se le había insinuado varías veces y había salido airoso, pero era su amiga y no podía seguir ilusionándola: -creo que lo mejor sería sincerarme con ella- pensó.

-Roberto, estoy sorprendida, al principio estaba confundida y pensé que te interesaba Elena, pero me has buscado tan seguido para ir a su casa…., ¡Ahora entiendo ella es la que te interesa! han confabulado entre ustedes, me han estado utilizando- decía llorando.

-Elena no tiene nada que ver acá, el tema es mío- le dijo Roberto.

-De alguna manera lo debí sospechar, estuve con los ojos vendados-entrando a su casa llorando.

Roberto se sintió muy mal, pero en el fondo había hecho lo correcto, todo había sido un malentendido y ya se había aclarado-me da pena ver a Roxana así, pero ya se le va a pasar-pensó.

Podrían haber sucedido muchas cosas, pero que Roxana fuera a la casa de Elena a hacerle un escándalo, fue lo último que a Roberto se le hubiera cruzado por su mente.

-Roberto y tú se han burlado de mí, me han utilizado para tener una relación a escondidas hasta que tú ingreses a la universidad- le dijo a Elena.

Elena estaba atónita no entendía nada, desconocía a su amiga de años ¿Cómo no se había dado cuenta que era así? -a lo mejor no era como yo pensaba, yo no le podría haber  hecho eso a ella- pensó.

Roxana se dedicó a desprestigiar a Elena, le decía a todos sus amigos que ella le había quitado a su novio. A Elena eso le choco mucho y decidió hablar con Roberto:-Mira Roberto, la verdad es que siempre tuve claro mis sentimientos , me siento muy mal por lo que ha pasado con Roxana, la verdad no sé qué le has dicho, pero ya estoy dudando de la amistad de los dos, por favor te pido que no me busques más, no quiero más problemas, quiero ingresar a la universidad y dedicarme a ensayar para ir al Festival de Trujillo, fue un gusto conocerte- le dijo dándose la vuelta y retirándose con lágrimas en los ojos.

Roberto la vio tan consternada y triste que ya no quiso molestarla y  decidió tomar el puesto que le ofrecían en Lambayeque, que venía dándole largas para no dar una respuesta definitiva.

Como su familia vivía allá, no le fue difícil adaptarse, se tenía que alejar totalmente por su tranquilidad y sobre todo por la de Elena.

(Continuará).

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