CAPITULOII
Era lunes, teníamos reunión de Gerencia, ingresó a la sala y me quedé prendado de ella: esbelta, alta, cabello castaño claro largo, con un cerquillo que podría notarse antiguo, pero al contrario era muy moderno. Su rostro angelical, de facciones finas, ojos grandes color granadilla, pasó por mi lado dejando un aroma muy sensual.
Era la ejecutiva que iba a liderar proyectos nuevos. Salí de ahí pensando de que manera podría encontrarme con ella de nuevo.
Descubrí que, si bien su oficina estaba distante a la mía, el área de proyectos, que estaba a mi cargo, estaba al lado de la suya. Decidí pasar por ahí todos los días y saludarla.
Comencé a averiguar sobre su vida teníamos una amiga en común, Maritza, la conocía de la maestría, me enteré de que vivía sola en un departamento de Barranco y su enamorado era un atractivo alto ejecutivo de un banco, con quien ya tenía un año de relación.
Ella salía normalmente tarde de la oficina, yo trataba de coincidir con su hora de salida para cruzarme con ella en el ascensor. Como nos veíamos todos los días, comenzamos a conversar. Me comentó que venía de una empresa de retail y que esta era una nueva experiencia para ella.
Mi interés por ella era tan obvio que mis compañeros de trabajo me decían que, en vez de perder el tiempo con ella, mirara a otras chicas a las que si les interesaba.
Ya estaba perdido, cada fin de semana pensaba en ella, en: ¿Qué estaría haciendo? Me imaginaba al lado de ella besándola, mirando su bello rostro y sintiéndome correspondido.
Todos los lunes notaba que llegaba con una mirada de tristeza, a la hora de salida, como de costumbre en el ascensor, aprovechaba para preguntarle: -¿me da la impresión , pero hoy te he visto un poco triste?-
Me miraba con sus ojos color granadilla, como si estuviera develando su más intimo secreto y me contestaba: -No te preocupes, estoy bien-
Maritza, me contó conmovida:- ese enamorado que tiene es un mujeriego, además le gusta el trago , el fin de semana no sabía nada de él y una amiga de ella le comentó que lo vio en un bar con otra chica. Cuando el pide perdón ella le cree y lo perdona -me dijo.
La infelicidad que tenía era tan grande y tan notoria que me impulsaba a querer protegerla.
Un viernes se me metió en la cabeza ir a su departamento en la noche y ver a donde se iba con su enamorado, me sentía un espía, pero quería encontrarme de alguna manera con ella y ver qué pasaba con su relación.
Efectivamente él la recogió y se fueron a una discoteca de moda, me cuadre sin que me vean, ingresaron y yo ingrese después.
Me senté en la barra, pedí un whisky en las rocas en espera de ver que podía suceder.
En ese mismo mento se me acercó una chica cuya presencia no pasó desapercibida: -Hola, ¿Qué hace un hombre tan atractivo solo? ¿O esperas a alguien? – me dijo.
Lo único que quería en ese momento era que se fuera, pero no me quedo más remedio que contestarle: – ahí matando el tiempo y ¿tu? –
-Yo también, pero también olvidando a mi ex, la verdad desde que terminamos por culpa de una amiga infiel, no lo puedo olvidar, vengo para distraerme-.me comentó.
-Qué fuerte confesión- pensé, mientras la escuchaba, sin escucharla, mi atención estaba en otro lado.
En ese momento me dice: -me disculpas voy a saludar a un amigo que hace tiempo no veía-
-Renzooooo-le gritaba a lo lejos-.
-Que coincidencia, es amiga de Renzo, el novio de ella- pensé.
Renzo volteó y corrió a abrazarla y besarla: – ¡Mara!, pensé que ya estabas casada, ¿Qué es de tu vida? – le dijo Renzo.
Me dio mucha lástima verla parada sin saber que hacer, sentándose, disimulando su incomodidad al ser ignorada.
-Mara me abrió el camino- pensé.
Me llene de fuerzas y pase al lado de ella para tener la excusa de saludarla: -Hola, que coincidencia, ¿siempre vienes acá? – le dije.
-Hola, que bueno verte, si he venido con mi novio y ¿tu? -me preguntó
-He venido con un amigo, me gusta este sitio, tiene buen ambiente y buena música- le respondí.
La veía nerviosa, sacaba su celular esperando un mensaje, miraba a todos lados y al parecer Renzo se había desaparecido, le dije: -las cosas no pasan por gusto, preséntame a tu novio, quiero saber quien es el afortunado-
-Claro, cuando regrese del baño-me respondió.
– ¿Te importaría si te acompaño hasta que venga? -le pregunté.
-Siéntate, me agrada tu compañía-me dijo.
Ella casi no hablaba, estaba muy inquieta y consternada, había transcurrido media hora y Renzo no regresaba. Le pregunté: – ¿no quieres que te lleve a tu casa?, ya es tarde-
– ¿podrías? – me preguntó con mirada de súplica.
– Si claro vamos- le dije.
– ¿y tu amigo? -me preguntó.
-Tú ya sabes cómo es cuando un hombre se desaparece-le dije.
Mientras manejaba hacia su casa, no me decía nada, pero su mirada reflejaba todo lo que callaba.
-Antes de bajar del auto me dice: tuve suerte el encontrarme contigo-sonriéndome con tristeza.
La agaré de las manos, la miré a los ojos y le dije: – No te merece, vales muchísimo –
Sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y hablándome con voz entrecortada: -No es la primera vez que me hace esto, no se porque lo quiero tanto- me dijo.
La miré, le agarré la barbilla y la miré a los ojos: -Mira, eso no es amar, amar es de dos no de uno-le respondí, acerqué mis labios a su mejilla y le di un beso.
Me sonrío, agarrando mis manos: -Gracias, nos vemos el lunes-me dijo mientras salía del auto y se dirigía hacia la portería de su edificio.
Lo que quedaba del fin de semana, me la pase pensando: – ¿Cómo una chica tan valiosa espera migajas de un hombre que no la ama?-
Llegó el lunes, esta vez no coincidimos en el ascensor, llegué a mi despacho y la encuentro dentro de él esperándome. Me puse un poco nervioso y le pregunté: -Hola, ¿a qué se debe esta sorpresa? –
-Tenías razón, termine con Renzo-me dijo.
– ¿Estás segura? -le pregunté.
-Si y te quería agradecer, porque me abriste los ojos, todos los lunes venía deprimida, pero hoy me siento tranquila-me dijo.
-Que bueno, agradezco tu confianza- le dije.
Se paró y me abrazó fuertemente: – ¿Qué vas a hacer este viernes?, no estás nada mal-me dijo sonriendo.
No sabía que contestarle y como si tuviera a Pepe Grillo al costado le contesté; -el viernes a las 9 pm te recojo de tu depa-
-sale y vale- me respondio alegremente.
-caramba, algo he hecho bien por fin para que una bella chica me invite a salir- pensé sonriendo.
No sé por qué con ella me siento diferente es como si la conociera de toda la vida.
La recogí ese viernes, como habíamos quedado, me enmudecí al verla salir-Es hermosa- pensé.
Ingresó a mi auto con ese aroma de dioses, muy de ella.
La saludé y la miré con tanta devoción, que la hice incomodarse.
– ¿A dónde vamos? – me preguntó.
– ¿Al sitio de la vez pasada? – le respondí.
– ¡Prefiero ir a otro sitio!, te parece ir al bar “La Pozita” en Barranco? – me dijo.
Yo asentí, -la verdad cualquier sitio me daba lo mismo si estaba con ella-pensaba.
Llegamos a este bar típico barranquino, a media luz y adecuado estéticamente a la estructura de una antigua casona.
Cuando ingresamos, todas las miradas se centraban en ella, quien caminaba con un toque de sensual seguridad.
Nos sentamos, pedimos vino mientras nos envolvíamos en una empática y alegre conversación. El vino iba y venía y las horas corrían.
Hasta que nos miramos y nos empezamos a besar, ahí fue cuando le dije: -vámonos a mi departamento, podemos estar más cómodos-
Los dos estábamos pasados de copas, pero empezó a brotar ese fuego interno que uno no controla en estas situaciones. Llegamos desnudos a la cama, el camino de la sala al cuarto tenía una fila de nuestras ropas.
A la mañana siguiente, ella ya se había ido, me dejó una nota que decía: -me he tenido que ir temprano, porque había quedado con mi hermana en reunirnos, la pasé lindo, gracias-
Me dio un poco de nostalgia el no amanecer junto a ella. Pero era la primera vez que me sentía pleno, no hacía mas que pensar en ese momento de haberla tenido en mis brazos, besarla toda y sentirme tan apasionadamente correspondido.
Quería hablar con ella, cogí el teléfono y la llamé, lo extraño es que no me respondía, le dejé un mensaje…. (Continuará)