El Gorrión de Oro – Parte II

Pasaron 5 meses, María Fernanda se levantó esa mañana más repuesta, se miraba de perfil y veía que su barriga estaba más grande, ya no la podía ocultar, felizmente acababa de terminar de grabar la novela, sentía felicidad por su embarazo, pero melancolía y tristeza de que Alberto, así se iba a llamar el niño, no tuviera un padre.

Por otro lado, Juan Alberto se hacía cada vez más conocido, hacia giras por todo el país, la gente lo admiraba e inclusive le empezaron a decir “El Gorrión de Oro”, por la claridad y potencia de su voz.

María Fernanda lo veía en todos los diarios y seguía en silencio cada uno de sus conciertos,
-siento una pena unida a una profunda admiración, verlo aunque sea de lejos, me recuerda ese momento tan especial de haber estado juntos esa noche, donde tú fuiste concebido-pensaba mientras miraba y acariciaba su vientre con los ojos llorosos.
Por otro lado, Juan Alberto, también había seguido la trayectoria de María Fernanda, su novela había tenido los ratings más altos en la televisión y como actriz estaba muy cotizada.

-No entiendo porque sigo sus pasos, si en verdad ya no debería importarme- pensaba Juan Alberto, sacándose rápidamente la idea de la cabeza.

María Fernanda había estado tan abrumada por su embarazo y las presiones del trabajo, que había descuidado su salud, ese día se levantó muy mal, no eran los síntomas de siempre, se sentía muy débil, ya se había visto ojerosa, pero no le había dado importancia, estaba muy fatigada y sentía que no podía respirar bien-no me siento bien, será que mi embarazo ya está más avanzado y por eso me siento así , voy a avisar que voy a ir tarde y me voy a la clínica -pensó.

María Fernanda llegó a la clínica por emergencias , inmediatamente la colocaron en una camilla y llamaron a su médico.

Le colocaron por la vena un medicamento que el médico había ordenado, cuando él llegó le dijo:-María Fernanda, ya tienes 6 meses de embarazo, pero estos síntomas que me mencionas, no están relacionados con tu estado, vamos a hacerte unos análisis que debiste hacerte hace meses-

María Fernanda en ese momento se acordó de los análisis que el doctor le había mandado al inicio de su embarazo y ella no le había dado importancia.

-He estado tan abrumada, que no me preocupe de mí , tengo que estar bien, Alberto no se puede quedar sin mí – pensaba.

A la hora ,regresó el médico con los resultados, leyéndolos con mirada de preocupación.

-María Fernanda, ¿Por qué te descuidaste?, lamentablemente, si te hubieras hecho los exámenes en el momento que te dije, podríamos haber actuado con rapidez, tienes leucemia y en un estadio muy avanzado y se hace más difícil tratarla por tu embarazo.

Aquí lamentablemente tienes que tomar una decisión, en estos casos se te puede realizar un trasplante de médula ósea y si resulta, se podría revertir la enfermedad.

Pero es un tratamiento muy agresivo, ya que tendríamos que hacerte una quimioterapia antes del trasplante y no creo que tu bebé lo pueda resistir.

Por otro lado, recién tienes 6 meses de gestación y no es recomendable inducirte el parto, ya tú bebe nacería muy pequeño y el riesgo es muy grande.-decía el médico.

-Yo solo quiero que nazca mi bebé y sea un niño sano, el merece vivir- dijo María Fernanda con determinación.

-María Fernanda,¿ tienes quien pueda acompañarte en tu casa, mientras terminas tu gestación?- dijo.

-Bueno….no pero ¿ me podría recomendar a alguien que me pueda acompañar?- dijo.

-Si , claro, vas a necesitarlo, tienes mi celular, si te sientes mal inmediatamente me llamas y yo voy a verte a tu casa, lo importante es que te cuides mucho para que tu bebé nazca sano- dijo el médico.

-¿Confías en Dios María Fernanda?- dijo el médico.

-Si mucho, sobre todo en mi Virgencita de Guadalupe-dijo.

-Entonces, encárgale esto a ella y que te dé fuerzas, estoy seguro que todo va a salir bien-dijo.

-Gracias doctor- dijo María Fernanda con esperanza.

Juan Alberto, mientras tanto, vivía en una lujosa mansión que se había comprado en las afueras de D.F.

Sus fiestas de los fines de semana eran muy conocidas en la zona y duraban hasta la madrugada, en donde estaba rodeado de amigos, de mujeres hermosas y muchas cosas más que contribuían a su diversión.

Pero esa noche había preferido estar solo, se había sentado a mirar la hermosa vegetación que adornaba su iluminada y grande piscina. La sentía más grande, que cuando estaba rodeado de tanta gente y su divertido aspecto se había convertido en un espejo de su solitaria alma.

-A pesar de todo lo que tengo y he logrado , sigo sintiendo que algo me falta. María Fernanda hoy ya debe de tener 7 meses de gestación, tengo curiosidad de saber cómo está, ¿seguirá viviendo en el mismo lugar?- decía Juan Alberto.

Era de día, su despertar fue muy difícil, se sentía sin ánimo, ya tenía 7 meses de embarazo, pero pensaba que no llegaría al final, a pesar de que luchaba contra su enfermedad, cada día que pasaba tenía menos fuerzas-creo que es momento de que Juan Alberto sepa lo que me está pasando, él tiene que saber que su hijo está por nacer-pensaba María Fernanda fatigada.

Se sentía tan mal que le dijo a la enfermera que la acompañaba-por favor llama al médico- dile que no me siento bien-

Apresuradamente llegó el médico, luego de la llamada de la enfermera y comenzó a revisarla

-María Fernanda, me has preocupado, ¿te sientes mal?- le dijo.

-Cada vez me siento más débil, ¿ cree que pueda comunicarse con el padre del bebé?, él tiene que saber que su hijo en cualquier momento nacerá, aquí le doy el número para que hable con él -decía.

Ese mismo día Juan Alberto, estaba dispuesto a buscar a María Fernanda, saliendo del estudio de grabación, pero la llamada del médico adelantó su decisión.

-Aló, si, si…ella se encuentra en su departamento, está bien iré inmediatamente para allá, gracias doctor-dijo.

-María Fernanda tenía muchas náuseas y diarrea, trataba de estar echada pero le era imposible, su cuerpo la llevaba al baño. En ese momento entra la enfermera y le anuncia que había venido a buscarla Juan Alberto.

María Fernanda al enterarse, corrió al baño para ponerse un poco de rubor e iluminar su apagado rostro y al voltear vio a Juan Alberto, más guapo que antes, muy seguro de sí mismo, pero algo había cambiado en sus ojos-¿brillan más o es idea mía?- pensaba.

-¡María Fernanda!, ¿Por qué he tenido que esperar este momento para volverte a ver?- decía Juan Alberto con melancolía.

-Juan Alberto, ¡te admiro mucho!, has logrado muchas cosas, eres un hombre famoso, me acuerdo cuando recién te conocí en la audición, siempre fuiste lo mejor para mí.

Quiero que me demuestres, que a pesar de tu vanidad, valió la pena apostar por ti, sé que en el fondo eres un hombre muy sensible y quiero que te hagas cargo de Alberto cuando nazca, que lo ames como yo lo hubiera amado, que lo cuides como yo lo hubiera cuidado y que él nos represente a los dos como un hombre seguro de sí mismo , que se ama de verdad y que ni la fama y la fortuna dejarán que él cambie su verdadera esencia- decía María Fernanda.

Juan Alberto por primera vez, sentía que su vida tenía un propósito, ya no tenía que seguir viviendo por vivir, ahora tenía que vivir para amar, para cuidar, para proteger, para enseñar y encaminar a su propio hijo.

-María Fernanda, no quiero que te vayas, eres una mujer maravillosa, a pesar de que me rehusaba a aceptar esto ,te quiero confesar que siempre te tuve en mi mente y mi corazón- decía Juan Alberto.

– Creo, que si retrocediera el tiempo y recordara el momento en el que me dijiste que estabas embarazada y me hubiera dado el tiempo de conocerte más, arriesgarme y no tener miedo , hoy estoy seguro te amaría como a nadie y sería un hombre agradecido y realizado.- decía.

En ese momento , se acercó el médico quién comenzó a auscultar a María Fernanda y notando que sus pulsaciones se hacían más lentas dijo: -María Fernanda, nos vamos en este instante a la clínica, Alberto tiene que nacer, estas muy débil.

María Fernanda cogió la mano de Juan Alberto, él la cargó en sus brazos y la tapó delicadamente con una manta, para llevarla en el auto a la clínica.

En el camino, María Fernanda miraba a Juan Alberto y le decía:

-Abrázame muy fuerte amor, tus brazos me reconfortan, tu contacto me calienta, tu voz me da paz-.

-Lo haré, lo haré- decía Juan Alberto con los ojos llenos de lágrimas.

Al llegar, pusieron a María Fernanda en una camilla y Juan Alberto veía cómo se alejaba, mirándola con tristeza e incertidumbre.

Había transcurrido una hora cuando sale el médico -Juan Alberto, ¡lo felicito! Alberto es un niño sano y hermoso, pero….María Fernanda está muy grave, sería bueno que la vea primero a ella- dijo.

Juan Alberto ingresó a ver a María Fernanda, estaba muy pálida, al parecer el dar a luz a Alberto había sido un esfuerzo tremendo para ella, la miró fijamente, como cuando miró a su madre antes de morir y le dijo:- eres una mujer hermosa, pura y transparente, te abrazaré hasta que tu aliento se desvanezca, no dejaré de darte calor y cantarte amor como un Gorrión esta bella canción – decía Juan Alberto mientras cantaba y sus lágrimas caían sobre el rostro pálido de María Fernanda.

En ese momento María Fernanda se apagó, Juan Alberto la abrazó y estalló en un llanto de arrepentimiento.

El doctor, con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, abrazo a Juan Alberto y le dijo -dejémosla descansar en paz, anda conoce a tu hermoso hijo, que solo te tiene a ti.-
Juan Alberto, dentro de su tristeza, sentía una ilusión inmensa de ver por primera vez a su hijo, Alberto. Se lo trajeron envuelto en una colcha y se lo dieron para que lo cargara en sus brazos.

-Alberto, acabas de nacer y ya te amo, eres lo mejor que me ha podido dar tu madre y lo mejor que he tenido en mi vida- dijo con emoción.

Juan Alberto, tenía que iniciar su concierto, escuchaba a lo lejos las voces de las personas aclamando su nombre Juan Alberto, Juan Alberto, lo esperaban y esperaba con ansias ese momento para contar y expresar como un Gorrión a través de su canto , su agradecimiento, su alegría y su deseo de vivir, ahora además de ser querido y respetado como artista, se sentía amado y respetado por él mismo, haciendo lo correcto y eso era suficiente para sentirse un hombre de éxito.

FIN

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