EL ARTE: CONTEMPLACIÓN ACTIVA

Además de brindar habilidades motrices, auditivas, visuales y lógicas, tanto a los niños como a los adultos, las Artes desarrollan una serie de habilidades “ocultas” sobre las cuales poco se habla, quizás por ser menos notorias a simple vista.

Hablo de habilidades y valores como la paciencia, la perseverancia, la sana autoestima y el trabajo en equipo.

En el mundo de hoy, donde todo es cada vez más inmediato, en el que somos bombardeados constantemente por estímulos de todo tipo, parece que hubiéramos empezado a perder la capacidad de contemplación. Nada requiere nuestra total concentración haciendo que nuestro tiempo útil parezca acortarse día a día.

Sin embargo, el mundo de las artes requiere otro tipo de relación con nuestro entorno y sus estímulos: no basta con ver u oír una obra, realmente hay que apreciarla. Oír o ver implican una cierta pasividad: cualquiera que tenga ojos y oídos sanos puede hacerlo y muchas veces no tenemos control sobre aquello que llegamos a percibir.

Las Artes nos exigen una contemplación activa. Y esta es una actitud frente a la vida más que una capacidad física. Frente a un mundo cada vez más superficial e inmediato, quizás sea el mejor antídoto para no empezar a andar “en automático”.

Para el artista, esta capacidad de mayor concentración se manifiesta de diferentes maneras positivas.

Por ejemplo, imaginemos a un aprendiz de escultor tratando de perfeccionar una escultura:

  • Primero deberá conectar con su mundo interior y su capacidad de imaginar para poder visualizar el resultado final incluso antes de empezar a trabajar en la obra.
  • Luego, deberá hacer uso de su paciencia y perseverancia para convertir la materia prima en aquello que imaginó, luchando contra todos los obstáculos propios del proceso.
  • Finalmente, cuando la obra está terminada, el escultor siente una satisfacción plena por haber logrado el trabajo propuesto.

Así que en una actividad que para algunos puede resultar “trivial” o “poco importante”, vemos cómo se van forjando caracteres positivos en la personalidad.

Esto ocurre frecuentemente en los niños, cuyas personalidades son más maleables, y cuyos cerebros actúan como esponjas frente a las experiencias.

En la Música, todo lo anterior se cumple, pero aparece un elemento más, que hace aún mejor la mezcla: el trabajo en equipo.

Bien ejecutada, siempre será más que la suma de sus partes. Y es algo que los músicos a menudo tardamos años en aprender. No se trata de lo que puedan hacer los instrumentos, cada uno en su rol; se trata de lo que podemos hacer todos juntos, sacrificando la idea del éxito personal, en pos de un éxito colectivo que es más grande que cada uno de sus aportantes.

Al espectador que asiste a un concierto le basta sentir lo que en su totalidad le transmite una canción, dejando de lado muchas veces ver solo al bajista o al baterista.

Esta dinámica puede extenderse a otras áreas de la vida causando un efecto positivo.

La educación artística está llena de beneficios para el que la cursa, y éstos son muchos y muy variados, abarcando desde lo académico hasta lo moral.

“La música da nombre a lo innombrable y comunica lo desconocido” – Leonard Bernstein

Redactado por:  Alejandro Mora Zegarra
Músico, compositor, arreglista, Docente, guitarrista, transcriptor y Gestor cultural.
https://www.facebook.com/amoracompositor

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