TODO LO QUE HICE PARA QUE ME VIERAS – Capítulo I

CAPÍTULO I

Suena mi despertador, me levanto rápido, voy al baño, me meto en la ducha, me afeito, me echo perfume, me cambio, preparo mi jugo y mi café en la cafetera y parto a trabajar.

Esa es mi rutina, soy Daniel, no soy bueno socializando, prefiero la soledad. Soy un ingeniero civil y mi puesto de gerencia en la empresa constructora, me lo gané por mérito propio.

Uno de mis sueños fue vivir mirando el mar, y todas las mañanas salgo de mi departamento y lo observo, disfrutando de su relajante sonido y su olor a sal.

A veces me pregunto: ¿Como hubiera sido mi vida sin el amor de ella?, pero mejor retrocedo el tiempo y les cuento como la conocí.

En el colegio, los números fueron mis mejores amigos, los deportes nunca me cautivaron, buscaba cualquier excusa para no hacer educación física. Tenía solo 2 amigos, quienes compartían conmigo los mismos intereses como: leer libros de aventura, investigar cosas, recoger troncos piedras y hacer experimentos.

Nunca me voy a olvidar del día que llegué con anteojos nuevos al cole y los más pesados del salón me empezaron a fastidiar: – ¡Miren ahí llega Daniel con anteojos nuevos!, así que el chaconcito de la clase ahora tiene “cuatro ojos”, jajajaja- me decían burlándose.

Al principio, llevaba mis anteojos para darle el gusto a mamá, pero en el salón me los quitaba para que no me fastidien. La señorita Magda de Geografía, se dio cuenta, entonces citó a mi mamá y le dijo: -Sra. Gonzáles, creo que Daniel va a necesitar utilizar lentes no ve el mapa de lejos-

Mi mamá le contestó: -pero él va con anteojos al colegio, me llama la atención que no los esté usando, voy a hablar con él-

Mamá y yo conversamos, tomé consciencia de que lo que estaba haciendo no era lo adecuado para mí: -Daniel, el que tu uses anteojos, no es para avergonzarte, cada persona tiene características diferentes y tus compañeros tienen que aceptarlas- me decía, fastidiada por la situación. Ella siempre fue y es hasta hoy mi consejera y mi soporte, la quiero mucho y siempre le digo: -el día que me case, quiero una esposa como tu-abrazándola y besándola.

En la universidad, la palabra ejercicio y enamorada no formaban parte de mi vocabulario, terminé mi carrera en 4 años y de allí empecé a trabajar, mis amigos tenían enamoradas y yo no.

Pasó el tiempo y sin darme cuenta ya estaba soplando las velas de mis 30 años. Me sentía muy joven aún, todos los fines de semana salíamos con mis amigos a las discotecas o bares para buscar chicas y al final siempre teníamos plan. Con el tiempo cada vez tenía menos amigos con quien salir a juerguear, muchos ya tenían una relación. Me empecé a cuestionar el tema de salir con chicas en serio y ver la posibilidad de probar tener una relación, cosa que me resultaba muy difícil, ya que no sabía de que hablar ni que decirles.

Uno de mis amigos de la universidad, me insistió que saliera con July, ella era amiga de su enamorada, acepté y nos fuimos a comer a un restaurant de comida japonesa. Era guapa y muy conversadora, virtud que en mi caso era muy importante. Cuando la fuimos a dejar intercambiamos números telefónicos, ella y yo iríamos al cine el viernes en la noche.

Era la primera vez que invitaba a una chica a salir, como no me gustaba hacer cola, compre un día antes las entradas del cine por internet.

Llegué a su casa, estaba muy nervioso, toqué el timbre y me agrado que saliera rapido y no me haga esperar. Cuando estábamos en camino me hizo la pregunta clave: – ¿qué película vamos a ver? –

Le contesté: -preferí comprar las entradas ayer para ver Blade Runner-

– ¿Blade Runner?, ¿te gusta? –  me preguntó.

– A mí si ¿y a ti? – le pregunté preocupado.

-En verdad, no me gustan ese tipo de películas, pero igual te acompaño a verla- me respondió fastidiada.

En ese instante me di cuenta de que había metido la pata, tanto así que cuando la dejé en su casa no la vi muy contenta. La volví a llamar días después, no me respondía el teléfono y cuando nos cruzábamos ella no me saludaba.

Otro día invité a Sofía, a ella le encantaba la música igual que a mí y eso me entusiasmaba.

Había venido uno de mis grupos favoritos, Soundgarden y me adelanté a comprar las entradas antes de que se acaben. Me imaginaba disfrutando con Sofía de este super espectáculo, pasé a recogerla y salió muy emocionada, yo le había dicho que el nombre del grupo era sorpresa y cuando la recogiera se lo diría.

Ingresó al auto y lo primero que me preguntó fue: – ¿Cuál es el nombre del grupo sorpresa? –

– ¡Soundgarden! – le contesté emocionado.

Me contestó: – ¿Qué tipo de música toca? –

Le conté que era uno de los mejores grupos de hard rock para mí.

Cuando empezó el concierto yo estaba muy emocionado, pero Sofía estuvo muy seria viendo su Facebook. -creo que esta cita también fue un fracaso-pensé.

En mi trabajo nadie conocía estas debilidades, siempre he destacado por mi alto coeficiente intelectual y por estar a la vanguardia en las cosas que hago.

Algo que me disgustaba mucho y que me sucedía a menudo eran las citas a ciegas, nunca faltaba un amigo, una hermana, un primo, un compañero de trabajo, que me trataban de emparejar con alguien, como si sufriera por no tener pareja y cada encuentro arreglado o no, era un desastre.

Un día un amigo muy querido de la universidad, Manuel, había terminado con su enamorada hacía 2 meses, me comentó que le habían recomendado un lugar de citas por internet, al cual había ingresado por curiosidad y conoció a María José.

Al parecer la selección de las parejas era más exhaustiva y él había tenido muy buena experiencia.

En ese momento descubrí que no necesitaba ir a buscar chicas, sino desde mi departamento, sin dar la cara, podría hablar con la que me interesara y ¿por qué no? después invitarla a salir.

Decidí inscribirme: respondí un sin fin de preguntas, me pidieron una foto de frente, me la tomé en un estudio de fotos carnet, otra con ropa casual que me tomé trepado en una bicicleta en el malecón y una formal de cuerpo entero que encontré del matrimonio de un amigo .De ahí, al parecer, verificaban mis datos y luego me respondían mediante un correo, si  estaba apto para ingresar a la página.

Fui aceptado, me enviaron fotos y perfiles de muchas chicas, la que más me gustó fue Marina, una chica de 29 años, ejecutiva, deportista, le gustaba la lectura, la música y conversar en sitios tranquilos. No me seducía que fuera deportista, pero que le gustara conversar en sitios tranquilos me parecía que podía congeniar en cierta forma con mi personalidad, introvertida y solitaria. La invité para tener una conversación con ella y me acepto. -Caramba, a lo mejor soy mas atractivo de lo que creo-pensé.

Empezamos a hablar 2 veces por semana, luego Inter diario y al mes todos los días. Llegó el momento de dar el siguiente paso, conocernos personalmente y tener nuestra primera cita.

No sabía como invitarla a salir, tenía miedo, me había contado que tenía 2 hermanas menores que ella, trabajaba en un banco como ejecutiva de banca personal y que salía todas las mañanas temprano al gym antes de irse a trabajar. Su objetivo era encontrar un chico como yo: tranquilo, culto, trabajador y que le gustara la música, además me decía que le parecía muy guapo, que le gustaban los hombres de corte intelectual.

Tenía algunas dudas sobre ella:  decía que le gustaba la lectura light y que uno de sus grupos favoritos eran las Spice Girls.

Igual me animé y le dije: Marina ¿tienes algún plan para este viernes? –

-Hasta ahora no ¿Por qué? – me dijo.

Me puse nervioso y no sabía que decirle, hasta que le pregunté: – ¿quisieras ir conmigo en la noche a tomar un trago?

-Ah claro- me contestó.

-Te recojo a las 8pm, mándame tu dirección al whatsapp y te recojo a esa hora-le dije con mucha seguridad.

– ¡Genial, que emoción conocerte!, ¿puedo ir con mi hermana Kris? -me dijo.

Me quede en una pieza, todo me imaginé menos que trajera a- ¡su hermana Kris! -pensé.

Le contesté titubeando: -bueno no creo que haya problema, además salgo ganando yendo con dos chicas lindas-

Marina se quedó encantada con la invitación y yo me preguntaba -¿Y ahora qué hago?-

Pensé en Christian, un amigo del trabajo: -Christian, ¿tienes plan el viernes?,¿quisieras salir con la hermana de la chica con la que salgo?, es muy guapa- le dije.

-No tengo plan por ahora y si dices que es muy guapa, encantado- me respondió.

Recordé en ese momento como eran los viernes en la oficina: todos los compañeros del trabajo estaban pendientes de que el día acabe para cerrar sus lap tops e irse a casa y Christian era el primero en estar listo antes para irse primero. – ¿Por qué no lo pensé antes?, de repente no debí decirle nada, ojalá me haga quedar bien-

Llegó el viernes y Christian se me acercó y me dijo: -pucha compadre me he quedado sin carro, ¿me recoges? –

-Te recojo a las 7pm., he quedado recoger a Marina a las 8pm. y no quiero llegar tarde-le dije.

Cuando llegué a casa pensé-: ¿Qué me puedo poner? -.

Saqué medio closet, parecía una mujer, me probaba jeans, pero me veía muy sport, entonces encontré un Jean negro, que se veía mejor y una camisa de rayas que me había comprado hace poco, me puse mi mejor perfume me miré al espejo y la verdad no se me veía tan mal.

Recogí a Christian y fuimos por Marina y su hermana, paramos en un edificio frente a un parque, me cuadré y bajé a avisarle que había llegado, me contestó la misma Marina:

-Daniel, ya bajamos-me dijo.

La conocía solo de foto y por chat, no sabía cómo sería en persona, en eso veo a 2 chicas que salen del ascensor: una muy guapa de cabello castaño largo, alta y espigada y la otra: de ojos claros, de mediana estatura, simpática, un poco subida de peso, pero muy parecida a la foto, – ¡ella es Marina! – pensé.

– ¡La hermana es una muñeca al lado de ella!, pucha Christian se ganó – pensé.

Las hice ingresar al auto y se las presenté a Christian, a quien saludaron con mucho entusiasmo.

Christian insistía en ir a un bar de moda en Barranco, yo hubiera preferido ir a un lugar más privado. Cuando ingresamos, nos encontramos con medio Lima: -justo lo que no quería- pensé.

Marina se dio cuenta de mi incomodidad y me preguntó: – ¿te sientes bien o así eres? –

-Disculpa Marina, lo que pasa es que no me gustan los sitios tan públicos-le dije.

Marina no era tan tranquila como yo creía, no paraba de tomar, me comenzó a seducir y a besar de una manera que ya no me gustaba, me quería ir y se dio cuenta. -creo que no te estas divirtiendo-me dijo.

-Es que no me siento bien mejor vamonos-le dije.

Christian, ya me había pedido las llaves del carro para estar a solas con Kris, no sabía lo que iba a encontrar, pero no me importaba.

Marina muy fastidiada se adelantó hacia el carro ,le tocó la luna a Kris, quien se levantó de la parte trasera de este y sin ningún escrúpulo cogio su cartera, salió  y se fueron tomándose un taxi.

Christian me miró despeinado y me dijo: – me fregaste el plan, ¿qué pasó con Marina? –

– ¡Me dejó de gustar! Quería tener sexo conmigo, pero yo no, ¿te vas conmigo? – le dije.

– Mejor me quedo, a ver si me levanto a una flaca por ahí, nos vemos el lunes- me respondió.

Me sentía decepcionado, -Marina no era lo que yo pensaba, cuando conversábamos me daba la impresión de que era una buena chica, pero detrás de una pantalla se pueden esconder muchas cosas- pensé.

Después de haber pasado de salir con chicas que no les gustaba a donde las llevaba hasta tener mi primera cita por internet llegué a la conclusión:  tener enamorada no podía ser algo forzado ya llegaría el momento en que conozca a alguien que realmente me interese y le interese.

Me olvidé por un tiempo de la presión de estar con alguien y me dediqué a mi desarrollo profesional, obteniendo muchos logros, reconocimientos y ascensos.

Pasó el tiempo y ya tenía 36 años, varios amigos ya se habían casado y otros estaban por hacerlo, tenía matrimonios todos los fines de semana, volví a sentir la presión de conocer nuevas chicas para tener una relación, siempre me he cuestionado: – ¿Por qué me resulta tan difícil interactuar con ellas?

Solo fuimos dos hermanos hombres en un colegio de hombres.

 Mi hermano Augusto, era como mi papá: deportista, activo, sociable, mientras que yo era tímido, como mi mamá, siempre preferí los libros al deporte, jugar al play station o escuchar buena música. Fui muy criticado por mi padre, nunca llené sus expectativas.

A veces llamaban a mis papás, para decirles que no encajaba con los otros chicos, por que en vez de jugar fútbol con los demás me iba al jardín del colegio a buscar piedras y gusanos.

Me habían hablado de un Coach especializado en la búsqueda de pareja. Varios amigos habían tenido sesiones con él y adquirieron mas seguridad en sí mismos, mirando su vida desde otra perspectiva.

Decidí empezar con el coach, me comentó que trabajaríamos 8 sesiones,

1 vez por semana. Comenzaron sus preguntas: – ¿Qué es lo primero que quieres trabajar en ti? –

-Bueno, en realidad más que saber de mí es preguntarte: ¿porque hasta ahora no logro encontrar a la persona adecuada? -le contesté.

-Para saber ¿qué pareja buscas para ti?, primero tienes que saber ¿quién eres tú? -me dijo.

– ¿Qué culpa tengo de no tener la suerte de otros? – le dije.

-No es cuestión de suerte, es preguntarte ¿en función a lo que tú eres, que cualidades busco en la otra persona? – me contestó.

Nunca pensé cuestionarme tantas cosas: tenía que empezar desde saber ¿Cómo era? -soy inteligente pero un poco aburrido-pensé.

¿Cómo habían sido mis relaciones anteriores? – no he tenido relaciones serias-me dije.

¿Cuál creía yo que era mi mejor cualidad? -soy demasiado noble, pero trato de que no se den cuenta, tengo temor de que se aprovechen de mi- me dije.

¿Cómo me veían los demás?, le pregunté a Ernesto, un buen amigo de la oficina y me dijo: – yo te veo un hombre muy inteligente y buena persona-.

¿Cuál era mi propósito en la vida? – Mi propósito es formar una familia, disfrutar de ella y seguir trabajando en lo que realmente me apasiona, mi carrera. –

Todo este proceso que enrumbé con el coach me llevó a reflexionar y darme cuenta de que tenía que conocer al verdadero Daniel: noble, generoso, tímido pero sincero a la vez, amante de la música, de la lectura solitaria pero acompañada de los árboles, de los pequeños detalles que son más importantes que los grandes logros.

 La que este a mi lado y me acompañe, conocerá y valorará al verdadero Daniel, así como yo lo haré con ella. (Continuará)

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