Guardo dentro de mí, recuerdos hermosos y positivos que marcaron mi vida:
Cuando tuve a mis hijos, cuando me volví a casar, cuando se casó mi hija, cuando me reinventé profesionalmente y empecé a enriquecer mi vida con amor.
En lo oscuro de mi interior, con mucha tristeza y llena de temores cargo con recuerdos pasados, algunos ya procesados y otros todavía no: como la relación con mi madre.
Sentimiento de amor profundo y a la vez opuesto y contradictorio. Nunca me cuestioné la importancia de este vínculo, es más, siempre he creído que las relaciones de madres e hijas eran similares. Por momentos la necesitaba, buscaba su aprobación y trataba de agradarla siendo la persona que ella esperaba de mí: obediente, estudiosa y callada.
Cuando me casé por primera vez, lloraba todas las noches porque no la veía todos los días como antes. Cuando la iba a visitar en vez de decirle que la amaba y la extrañaba, discutía con ella, porque nada de lo que yo hacía le parecía bien. No entendía como la podía querer tanto y a la vez guardarle tanto rencor.
Siempre me he sentido muy insegura de mí misma y conversando con personas cercanas, llegué a la conclusión de que no todas las relaciones madre-hija son iguales, las hay muy positivas y como consecuencia sus hijos se desarrollan con un equilibrio emocional estable y tienden a tener relaciones de pareja estables y duraderas.
En mi caso, nuestra relación ha sido tóxica, generando en mí y en ella mucha tristeza, pero a la vez, sin querer ambas entrábamos en un círculo vicioso que nunca tenía fin. En mi ignorancia consideraba que así tenía que ser nuestra relación, era la manera como la criaron y que aprendí de su crianza.
Cuando llevé mi primer diplomado de Coaching, me di cuenta que este mal vínculo, me afectaba física y psicológicamente, tenía que empezar a sanar mi alma y empecé este largo y doloroso proceso de perdón, aceptación y amor.
Empecé por aceptar positivamente “la vida que me tocó vivir”, era importante empezar a reconocer mis emociones, el porqué de las peleas, de mis resentimientos, de mi deseo de reconocimiento, de mis confundidos roles de: protectora, juez, niña y víctima.
La vida me dio la oportunidad de empezar mi proceso de sanación interior, ella se vino a vivir conmigo, la recibí con mucho amor, pero con mucho temor, no teníamos una buena relación, “que reto”, curar mis heridas del pasado con un niño Asperger de 8 años, 2 hijas heridas por la mala relación con su abuela y un marido generoso que era como una extremidad extra que me complementaba y ayudaba a soportarme.
Al inicio fue difícil, sus defectos, los cuales yo también tenía pero no me miraba, se me hacían más evidentes, mi reacción: indiferencia o discusión.
Por momentos me cuestionaba el haberla recibido en mi casa, pero a la vez me sentía mal por pensar eso.
Me di cuenta de que esos sentimientos contradictorios, me frenaban, me quitaban energía para ver las cosas lindas que pasaban alrededor mío: el amor de mis hijas, el amor incondicional de mi esposo y la inocencia amorosa de mi Joaco.
Cada sentimiento de tristeza lo único que hacía era llevarme a mi propio abismo, mis energías se desvanecían, no me enfocaba en mi presente, en valorarme y en agradecer a esta hermosa mujer que: me dio la vida, me cuidó de la mejor manera posible, me protegió, sacrifico muchos años de su vida por mí y que” SI me amaba” brindándome el amor que ella había conocido o desconocido, buscando lo mejor para mí.
A veces, cuando me invade la melancolía que viene de mi pasado, unida a esa ansiedad consecuencia constante de lo mismo y me dan deseos de comerme todos los dulces que tengo a mi alcance, apunto mis emociones en mi “libro de sentimientos” y agradezco por las cosas buenas que llegan y llegarán a mi vida.
Hoy la veo vulnerable, dependiente, camina lento y no se cuanto tiempo estará conmigo, pero lo único que espero es que ella sienta que también la amo y que al sanar mis sentimientos hacia ella, sanaremos todos y por fin romperé las cadenas de rencores y tristezas de mis hijos y de las siguientes generaciones.
Si tú vives o has vivido algo similar siempre piensa: ¿Cuánto tiempo más tendrás a tu madre contigo?, empieza a curar tus heridas y valora lo que recibes cada día ,si tu relación con ella es positiva, me imagino que tu vida será armoniosa y lograrás relaciones estables, pero si has tenido o tienes una relación con tu madre como la mía o similar, hay mucho que trabajar en ti, ¡hazlo!, TU MISMA TE LO AGRADECERÁS.
“La mejor herencia de una madre a una hija es haberse sanado como mujer”
Christiane Northrup