TODO LO QUE HICE PARA QUE ME VIERAS – Capítulo III – FIN

CAPITULO III

Un mensaje, dos mensajes, una llamada, otra, solo se escuchaba la voz de la contestadora telefónica, no entendía que pasaba, recordé que podría estar con su hermana: -esperaré con calma hasta mañana y hablaré con ella-pensé

Al día siguiente, al ver que su teléfono seguía apagado, se me ocurrió ir a buscarla a su departamento, toqué el intercomunicador y me respondió la voz de un hombre: -Si, acá está ¿de parte de quién? – me contestó.

-De Daniel- le respondí de manera confusa.

Fueron 5 minutos que parecieron 15, ella bajó por las escaleras apurada, vestida con descuido.

Me llamó la atención su sequedad: -Hola Daniel, ¡que milagro por aquí!-me dijo.

-Te estuve llamando, no se nada de ti desde el viernes- le dije.

-El lunes nos veremos ¿no? – me contestó.

Se me congeló el alma, sentí que lo qué pasó entre los dos fue algo pasajero.

-Te noto extraña, ¿Con quién estás? – le pregunté.

-Con nadie- me respondió incómoda.

En ese momento bajó un hombre alto, de cabello castaño, ojos grandes, acercándose a nosotros: -te estás demorando, ¿Quién es el? -le dijo.

-Te presento, Daniel, mi jefe- le dijo nerviosa.

– ¿Qué tal?, yo soy Renzo, ¿Qué haces acá? – preguntó.

Cuando le iba a responder, ella me interrumpió y le dijo: -Daniel ya se iba-

-No entiendo ¿trabajas los domingos? – me dijo.

-Solo pasaba por aquí y le daba instrucciones sobre lo que se va a avanzar mañana, me voy de viaje-le respondí.

Me despedí de ambos y me fui, la traición y la ironía eran insoportables. Mis ojos se llenaron de lágrimas,” dicen que los hombres no lloran”, pero lloraba, lloraba de impotencia, de haberla tenido entre mis brazos con una dulzura que hoy desconocía.

Llegué a mi departamento, no entendía nada, quería aceptar esos besos ajenos como si fueran míos, esas caricias robadas, volver a sentir su cuerpo ardiendo, aunque fuera la última noche.

Verla de nuevo el lunes era demasiado para mí, era tal mi dolor y frustración que tomé la decisión de renunciar e irme lejos para curar mi alma herida.

Llamé a mi jefe y le pedí una cita para el lunes: -Daniel, no entiendo porque quieres renunciar, si estás descontento con el sueldo podemos negociar un alza, para la empresa eres una pieza muy importante, no me esperaba tu renuncia- me dijo.

-Armando, es irrevocable, necesito descansar, alinear mis pensamientos, sino lo hago estaría yendo en contra de mis principios y lo último que quiero es quedar mal con uds.-le dije.

– ¿Cuánto tiempo te ausentarías? -me preguntó.

-Un año, al regresar buscaré un nuevo trabajo-le dije.

-Nuevo trabajo, ¡que ocurrencia!, esperaremos con ansias tu regreso, para que te reintegres- me dijo.

A pesar de sentirme tan mal, me sentía bien, por haberme creado un espacio de confianza y eficiencia en mi trabajo, varias personas me querían y valoraban.

Sobre todo YO me empezaba a valorar, a querer, el ser exitoso y ganar dinero ya no estaba en mis prioridades, quería recuperar mi esencia, esa que había dejado olvidada, aquella que me enaltece y permite reconciliarme con la soledad.

Tenía mi maleta lista, los pasajes que me llevaban a Alemania estaban en mi mano, miraba el reloj esperando que llegue el taxi a recogerme.

Tocan el timbre, contesto y era ella: – ¿Qué hacía acá? – pensé.

Le abrí, entró y me dijo: -me he enterado en la oficina que te vas y no regresas-

-Esa decisión la tomé el mismo día que te encontré con Renzo- le dije.

-No quiero que te vayas, perdóname-, me dijo con voz de súplica.

-Creo que entre tú y yo no hay nada de que hablar, ya todo esta dicho-le respondi.

-Me sentí tan feliz contigo que me dio miedo, creía que eras demasiado para mi, que no te merecía- me dijo llorando.

– ¿Y por eso tenías que volver con Renzo, cuando el día anterior habías estado conmigo? – le dije molesto.

-Te di lo mejor de mi y me mentiste, quizás uno de los dos se equivocó-le respondí con los ojos humedecidos.

-Perdóname, te amo, me equivoqué, que puedo hacer ahora para que me creas- me dijo rodeando mi cintura con un abrazo desesperado.

-Lo siento, me tengo que ir ya llegó mi taxi, lo pensaré- le dije con tosquedad.

Me miró con desesperanza y tristeza, mientras yo bajaba y entraba al taxi.

-Partí y no quise mirar atrás, mi decisión ya estaba tomada-pensé.

Florencia se quedó muy triste y arrepentida: – ¿Por qué tuve que compadecerme de Renzo cuando fue a mi departamento, me dijo que lo perdonara y que no podía estar sin mí? -¿porqué no pude decirle “no”?-pensó.

Perturbada y cargada de emoción fue a buscar a Maritza, contándole lo que sucedió.

Maritza ya sabía que Daniel se iba a Alemania, pero no se imaginó que ella la buscara: -Florencia, estas mal, ¿Qué tienes?- le dijo.

Florencia le contó en sollozos su amarga tristeza.

Maritza asombrada la abrazó y le dijo: -Yo no sabía que habías estado con Daniel, pero si sabía que te amaba, ahora entiendo la razón de su renuncia-

-Ademas de ser tu amiga, soy amiga de él y la verdad es que Daniel haría feliz a cualquier chica, me da mucha lástima lo que ha sucedido- le dijo.

– ¡Yo lo amo!, lo he perdido, no me sentía merecedora de su amor -dijo.

-Mi opinión: las cosas buenas cuestan trabajo obtenerlas y más aún si se trata de sentimientos. Tu te equivocaste, es tu decisión luchar o dejarlo ir-

-Gracias Maritza por escucharme ya tengo mi decisión tomada-le dijo.

Después de un largo viaje por fin Daniel llegaba a Berlín, dejaría su equipaje en el hotel y como buen amante del arte iría a conocer: el Edificio Reichstag, la Puerta de Brandeburgo y terminar en el Museo de Pérgamo.

Su cargada agenda no era coincidencia, solo quería ocupar su tiempo para no pensar, para no recordar, para no sentir.

Sus noches eran melancólicas y tristes- ¡que difícil olvidarte Florencia! – pensaba, mirando por la ventana de la habitación.

Florencia compró su pasaje y se embarcó a Berlín, nunca había tenido la fortaleza de tomar una decisión por sí misma, era la oportunidad de vencer sus temores y demostrarle su amor sincero a Daniel.

Esa lluviosa mañana hizo que Daniel pidiera un paraguas para ir a desayunar a un café, se lo habían recomendado por sus deliciosas berlinesas. Al salir del hotel escucha su nombre a lo lejos:-Daniel, Daniel-

– ¿es a mí? – se preguntó, volteando su cara hacia la dirección de la voz.

Veía a una mujer con paraguas negro e impermeable beige, pero no lograba darse cuenta quien era porque estaba lejos.

Mientras ella se empezó a acercar, comenzó a descifrar su rostro:

– ¿Florencia?, no entiendo ¿Qué haces acá y como sabias donde estaba?

Florencia en medio de su timidez tomó fuerzas y le dijo: -Maritza me dijo dónde estabas, he venido a decirte que te amo y que nada es más importante que estar contigo.

– ¿Por qué me mentiste?, te entregué mi alma, me traicionaste y ¿hoy me dices que me amas? – le dijo.

-Si y reconozco que me equivoqué, fui débil, no supe decir “no” y cambié tu amor por pena. Cuando me fuiste a buscar, no sabía que decirte, me sentí muy mal, me faltó fortaleza, es la primera vez que arriesgo todo por alguien, todo por ti, si me crees seré muy dichosa, sino daré la vuelta y asumiré mi propio error-respondió.

-Hice todo para que me vieras, para que te dieras cuenta de que este aburrido intelectual te amaría como nadie lo haría. Y estás aquí, ahora, diciéndome que dejaste todo por mi. ¡Soy un afortunado! – le dijo, cogiéndola entre sus brazos y mirándola con devoción.

Florencia acercó sus labios hacia los de él, correspondiéndole con un apasionado beso.

Daniel, unió su paraguas con el de ella, llevándola al café. Se sentaron en una mesa y le dijo: – Florencia ¿sientes ese olor delicioso?, esa eres tú para mí, el olor de la vida y el calor que enciende hasta el mas oculto de mis sentidos-

Ambos se miraron agarrándose las manos con una implícita complicidad de saber que ya nada ni nadie los separaría.

 

2 COMENTARIOS

  1. Te felicito Matty, que bien escrito está, con palabras muy simples, que todo el que lea lo va a entender muy bien, sigue escribiendo más estás historias, dejan mensaje. Un beso grande.

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