Vemos la vida desde nuestra perspectiva pero no la del otro.
En una relación de dos personas van a haber dos puntos de vista diferentes, habría que preguntarse entonces: ¿Porque la persona con la que interactue reaccionó así? ¿Podría yo también haber contribuido a esa respuesta?
Muchas veces sucede , que cuando hay peleas o discusiones entre: parejas, padres hijos o amigos, tendemos a adquirir posturas que se desencadenan de nuestro inconsciente.
Algunas veces pensamos que tenemos la razón y que la otra persona está equivocada y defendemos a capa y espada nuestra postura, llegando a hacer daño con nuestras actitudes. (El agresivo).
Otras veces nos ponemos susceptibles con la situación y pensamos: ¿Por qué estas cosas me pasan siempre a mi? , llegando a la depresión o a la tristeza (El pobrecito ).
En otras situaciones manipulamos volteándole la torta al otro haciéndolo sentir culpable.
“Ves, siempre me tratas así” , “siempre desconfías de mi”. (El egoista).
Otras en que en vez de aceptar nuestra equivocación buscamos un culpable . «Lo qué pasa es que él tuvo la culpa me obligó» (El juez).
El no aceptar nuestros errores significa que no aprendemos de ellos, podemos repetir las mismas situaciones una y otra vez, llevándonos muchas veces a la frustración.
Ser agresivos, dar pena, ser egoístas o jueces , nos conduce a conflictos mayores, a aferrarnos a esas creencias que nos estancan. A no arriesgar para continuar avanzando .
Equivocarse y pedir perdón es lo mejor que nos puede pasar,
Es un aprendizaje permanente en donde mostramos: humildad, integridad y sinceridad.
»El hacerte cargo de ti mismo implica un esfuerzo más grande que el que significa simplemente especular con ideas nuevas».
Implica la determinación, la decisión de ser feliz, de enjuiciar y destruir todos y cada uno de los pensamientos que te producen una infelicidad inmovilista.”
Dyer “Tus zonas erróneas “.