( Cuento Corto)
Andres, Andrea, da igual, una amiga sincera sin juicios ni prejuicios y con muchas ganas de vivir.
Te dejabas querer y llenabas el corazón de cada persona a quienes sus largos cabellos cepillabas.
Amante de la femineidad y merecedora de las más delicadas y hermosas rosas.
Tu respeto hacia los demás, esa sufrida y sincera sonrisa, esa sabiduría no muy común a los 30 y muy propia de ti, hacían de tu trabajo un arte.
Dejaste una brillante energía, que con el toque de tus delicadas manos, formabas un arco iris de magia y amor.
Siempre ocuparás un lugar especial en mi corazón, recordando esas interminables y agradables conversaciones nocturnas.
Cada vez que la vida me presente obstáculos, pensaré en ti: en lo que viviste, aceptaste y callaste para poder ser TU misma.
Mi amor y admiración hacia ti por siempre.